sábado, 10 de octubre de 2009

La caja de Pandora



Imaginad que abrimos una caja de la que surgen la siguientes palabras:

piano, sibilante, manzana, espesa, armadura, errante, memoria, puente, musical, amarillento, escalera, ridícula, libreta, tramposa, ventana, sedosa, foto, recatada.


Escribid un relato o un poema utilizando las palabras que hemos encontrado en la caja en el orden que deséis. Por supuesto, podéis añadir las palabras que necesitéis para construir vuestra creación.


Recuerdos


Desde las escaleras, contemplaba el gran piano de cola y mientras mordisqueaba una manzana, me venían a la memoria recuerdos del ayer. Cuando era una adolecente muy recatada con gafas y pecas. Recuerdo que escuchaba en la radio los seriales con mi madre y me gustaba poner canciones dedicadas, que entonces estaban de moda.
También oía el Gran Musical y a mis ídolos del momento. Todavía conservo en mi poder alguna libreta, ya amarillenta, con fotos de mis cantantes: Manolo Otero, Camilo Sesto, Juan Pardo…
Por la ventana, el aire sibilante entraba y apenas se podía ver el puente por la espesa niebla. Era como querer volver al pasado ¡Que ridícula y tramposa idea!, querer volver a los dieciséis y tener la piel tan sedosa como entonces.
Errante en la sombra, busco a mis seres queridos que ya no están, cosas y juguetes que ya tampoco existen.
¡Ojala que poniéndome una armadura, pudiera protegerme de algunos recuerdos que me hacen tanto daño.

Pepa

La escena


A las doce de la noche, como ponía aquel amarillento papel, cruzaba el puente que lo acercaba a la inquietante mansión.
Cada vez que algún invitado atravesaba el umbral, una pieza musical sobrecogedora sonaba.
Nada más entrar, la enorme escalera provocó en él un efecto hipnotizador y subió. Tras él la sibilante puerta se cerró.
A su derecha, una gran ventana semicubierta con sedosa tela de color verde manzana, le permitió entrever su silueta errante que desapareció fugazmente.
Absorto en sus pensamientos, se sobresaltó cuando una recatada mano le invitó a entrar en el salón. Todo él temblaba de forma ridícula, ¿ qué le estaba pasando ?.
Estaba allí, como tantas veces, junto a su piano, seguro de sí mismo y con sus piezas ordenadas en su libreta. Aún así, la atmósfera era espesa.
La dueña de la casa sollozaba sosteniendo la foto de su hijo muerto. No lo vio, pues de memoria repasaba el accidente. Una tramposa curva se lo arrebató. Su único hijo, el famoso pianista, ya no volvería. Era una noche de duelo.
Entonces lo comprendió...era su duelo y quiso gritar ¡Mamá!, pero tropezó con la imponente armadura y...
¡Corten, corten! Hay que empezar la escena de nuevo.

Mercedes


Los romanos


Los romanos con sus grandes armaduras, tiraron por la escalera de un viejo puente amarillento. Luego pasaron por una ridícula ventana en la que había una mujer a la que le hicieron una foto por su bella y sedosa cabellera. Ella lloraba por ser rescatada pero era una tramposa…
Luego decidieron parar a merendar una espesa compota de manzana. A unode ellos le gustaba mucho tocar el piano y cantar y dijo:
¡Qué sibilantes son los artistas errantes y que bien guardan las memorias musicales en sus libretas!
Y poco a poco llegaron a Roma.


Rosa


El cuadro


Subiendo la escalera, degustando una manzana, me acerqué a una ventana. Me vino a la memoria una nota musical un poco ridícula. La apunté en una libreta. Cuando llegué al conservatorio, donde suelo tocar el piano sibilante, miré un cuadro colgado en la pared con un lienzo espeso, enorme. Me quedé asombrada. Había un caballero con armadura que cruzaba un puente. Estaba justo al lado una bellísima mujer que se decía que era un poco tramposa. Llevaba un vestido blanco, sedoso el pelo, brillante y amarillento parecía errante y recatada.
Me quede tan impresionada que le hice una foto.


Sonia


El castillo

Estaba de viaje y fui a visitar un castillo. Había una espesa neblina errante a lo lejos. Cruce un puente y vi un amarillento árbol cerca del castillo. Me acerqué y vi que era un manzano y que entre sus ramas había una manzana. Recatada la cogí y era tan sedosa que me la comí.
Llegué al castillo y al abrir la puerta contemplé una escalera grandísima a la que le hice una foto. Había una esplendida armadura que llevó a mi imaginación al tiempo de los grandes caballeros como el rey Arturo. Detrás había una ridícula y tramposa ventana que dejaba entrar un aire sibilante.
Me llevaron a una gran sala donde recitaban un musical de piano. Sobre él, había una libreta que el ayudante pasaba.
Fue un gran día y lo pasé muy bien.


Charo
En el puente del Pilar decidimos ir mi amiga Ana y yo al Palacio de Congreso de mi ciudad. Allí represenaban una obra de teatro medieval y un musical.
Yo me puse mi vestido naranja tirando amarillento y me cepillé mi espesa y sedosa melena. Fui a recoger a mi amiga a su casa. Cuando llegamos al palacio, subimos sibilantes las escaleras que había en el recinto y nos pusimos a buscar de un lado a otro, errantes sin parar, donde se representaba el musical.
Me sentí ridícula y avergonzada porque resultó ser un recital de piano y no un espectáculo musical. Mi amiga me dijo que yo era una tramposa, pues le había llevado a escuchar algo que a ella no le gustaba mucho, pero al final, menos mal que le encanto.
Al finalizar el recital decidimos ir al camerino del solista. Había mucha gente pero logramos entrar y que nos diera un autógrafo. A mi amiga se lo dedicó en una foto y a mí en mi libreta ¨firma autógrafos¨ que tengo. Seguidamente fuimos a la cafetería, pues nos entró un poco de hambre. Allí Ana se tomo un sanwick y yo una manzana, pues estoy a dieta. De repente miré por la ventana que tenía a mi derecha y vi como pasaba un hombre vestido con una armadura. Me quede extrañada. Se lo dije a mí amiga y ella me comentó riendo que sería uno de los actores de la obra medieval que se representaba en el otro auditorio.
Decidimos marcharnos ya, sabiendo que ese día quedaría grabado en nuestras mentes para siempre.
Paqui
En el teatro
En el periódico había una noticia y una foto del teatro anunciando una obra que se iba a estrenar. Yo no podía perderme esta obra tan divertida.
Cuando llegué al teatro, en la ventanilla saqué mi entrada y una señora muy ridícula me dio una libreta amarillenta. En esta libreta se contaba de que iba la obra, con todos sus actores.
Entré y subí por una escalera que estaba forrada con una moqueta de color azul añil, un color precioso.
¡Se abre el telón! Sale un chico guapísimo, tocando su piano de cola de de color blanco, una preciosidad de piano, muy sibilante. Tocó un musical precioso, me traía en a memoria muy bellos recuerdos.
¡Se cierra el telón! ¡Se abre el telón! Aparece en el escenario un gran puente, un caballero con su armadura reluciente, errante, montado en su esbelto caballo.
En mitad de la obra, me entró un poco de hambre y cogí una deliciosa manzana que llevaba dentro de mi bolso.
Al terminar la obra, hubo un contratiempo...una tramposa que entró sin entrada y la invitaron a salir.
Me gustó mucho la obra, me lo pase muy bien .Y al salir del teatro había una neblina espesa sedosa y yo muy recatada, me subí en un taxi y me marché.
Mª Angeles
El recuerdo
Esa música sibilante sonando en el piano actúa sobre mi memoria. Bajaba por la escalera de manera recatada, reflejando la luz de la ventana sobre su amarillento pelo que caía sobre la sedosa vestimenta. Esta imagen atrapada por la armadura del tiempo como si se tratase de una foto reciente se encuentra errante en mi interior, la mente tramposa conserva esta ridícula situación como si la tuviese anotada en una espesa libreta. Al final, como siempre, continúo mordiendo la manzana en la tranquilidad del puente.

Choni



El estreno

Después de tanto ensayar llegó el día. Mi primer trabajo musical vería la luz ante el gran público. Repasaba sibilante algunas variaciones de última hora anotadas en mi vieja libreta de hojas de color amarillento, cuando decidí calmar mis nervios comiéndome una manzana mientras observaba por la ventana el viejo puente. Pensaba en cuantas horas había dedicado a componer aquellas melodías y cuantas noches permanecí en vela sentado frente a mi viejo piano. Empezaría el concierto con mi mejor canción, una sedosa y recatada melodía compuesta por retales de mi memoria errante,como yo suelo decir. Es una canción que desde mi punto de vista, tiende un puente entre los sonidos más vanguardistas de nuestro tiempo y la música tradicional de diferentes culturas.
Se acercaba el momento y no podía evitar estar nervioso. Esta noche me despojaría de la armadura que supone el refugio de mi pequeño, pero acogedor estudio de grabación, para enfrentarme al publico y a las posibles criticas espesas que aparecerían mañana junto a mi foto en cualquier semanal. En realidad esas posibles criticas no me hacían temblar de miedo, lo que me daba verdadero pánico era el tener la suerte de gustarle a mi público, esa era la suerte que yo buscaba, la suerte de agradar, pero a veces, la suerte puede ser muy tramposa.
Juan Carlos


El Club Piano

Hasta donde me alcanza la memoria recuerdo el Club Piano. Estaba situado en la manzana donde vivía, en mi barrio se aglomeraban una serie de locales dedicados al mundo del espectáculo, pero a mí El Piano me parecía especial. Cada noche al acostarme oía un rumor sibilante que se iba introduciendo por la ventana de mi habitación. En aquel momento cogía una libreta especial para la ocasión y empezaba a escribir. Me trasladaba a un mundo de fantasía, donde yo era una gran estrella de un musical, mi foto anunciaba una función las noches de los miércoles. En el espectáculo lucía un largo vestido, muy elegante, incluso creía sentir la textura sedosa que cubría mi cuerpo. Mi número empezaba en un puente que se iba iluminando conforme iba avanzando, seguidamente bajaba una gran escalera y entonces ¡Comenzaba el espectáculo!
Pasaron los años y nos trasladamos a otra zona de la ciudad. Me convertí en una mujer de madura, un tanto recatada, mis fantasías quedaron encerradas bajo una armadura de realidad. Sin embargo, un miércoles al atardecer me dio un arrebato de nostalgia que me llevó hasta mi barrio, al llegar me invadió una fortísima pesadumbre. El lugar donde había crecido se había convertido en un lugar decadente, donde se aglomeraban infinidad de almas errantes, bajo una espesa niebla de abyección. En mí trasnochada barriada se podía encontrar todo tipo de trampas, con el fin de engatusar a cualquier pobre miserable. El Club Piano seguía en el mismo lugar, la fachada estaba desconchada y amarillenta, bajo algunas letras del cartel “El Piano” que seguían iluminadas.
Me sentí abatida, ridícula, en medio de toda aquella decadencia.

Inés


La bruja Virusa



Armonía era una niña bajita, traviesa y un poco glotona .Vivía con sus papás Flautina y Oboín en el lejano y ruidoso país de la música.
Allí, todo era diferente; sus habitantes desde muy pequeñines aprendían a cantar, a bailar y a tocar un instrumento musical. Sus calles, parques y escuelas estaban repletos de pianos, flautas, oboes, violines....que niños y mayores hacían sonar alegremente. Todo era felicidad en ese país vecino.
Armonía y sus amigos nunca se peleaban, siempre jugaban a hacer música con sus instrumentos y vivían en paz, sin saber que la malvada y maléfica bruja Virusa los vigilaba sibilante asomada a su ventana mágica desde la que podía contemplar todo aquello que deseaba.
-¡Je, je, je, je...! ¡No aguanto más a esta ridícula panda de músicos engreídos que no paran de hacer ruido¡ ¡No lo soporto más, ni mis oídos ni mi corazón están preparados para este alboroto! ¡Necesito silencio, silencio!... ¡Basta de ritmo y felicidad!
La vieja y arrugada bruja pasó toda la noche en vela ideando un maquiavélico plan para hacer desaparecer todo rastro de música en ese país .Nada más levantarse, abrió las amarillentas páginas de su libreta de pócimas mágicas y comenzó a echar en su mugriento caldero toda clase de repugnantes ingredientes (baba de caracol , saliva de dromedario...).
Cuando hubo terminado la introdujo en un frasquito de color verde manzana. Esperó a que las sombras de la noche cayeran de nuevo, limpió y engrasó su vieja escoba y puso rumbo a su destino. Durante su largo y cansado viaje, nuestra antipática bruja estuvo a punto de dar con sus huesos en el suelo. La espesa niebla que lo envolvía todo por poco le juega una mala pasada...Pese a todo, llegó sana y salva y mientras Armonía y demás habitantes dormían plácidamente, esparció sobre ellos "el polvo mágico" que con tanto esmero había preparado.....
A la mañana siguiente todos se sentían raros, ¿qué les había sucedido? No recordaban nada... pasaban delante de los instrumentos y les resultaban extraños y desconocidos...Se preguntaban:
-¿Qué hacen estos trastos aquí? ¿Quién los habrá traído? ¿Para qué servirán ?....
La vida continuó en este pequeño país, pero ya nada era igual; el silencio y la tristeza lo envolvían todo. La gente caminaba cabizbaja y los niños nunca sonreían...
Hasta que un día mientras Armonía se aburría en el parque cercano a casa escuchó una suave voz que la llamaba:
-Armonía, Armonía…
Ella observó a su alrededor y no vio a nadie...De nuevo esa voz le susurró:
-Arriba,...arriba…
Miró hacia el cielo y descubrió con asombro como encima de su cabezota flotaba un puente de caramelo entre dos nubes de algodón.
-¡Vamos, anímate y sube! Te lanzo mi escalera de regaliz preferido.
Un poco asustada comenzó a subir esos pegajosos escalones hasta llegar a lo alto del puente, allí pudo contemplar a la extraña niña de orejas enormes y piel sedosa que le cogió su mano y le dijo:
-Toma esta armónica mágica, la necesitarás cuando te enfrentes al poder de la bruja y cálzate esta diminuta armadura dorada, es para ti, también te protegerá de sus conjuros. Recuerda si quieres devolver la alegría a tu pueblo debes enfrentarte a ella. Ten mucho cuidado, tiene fama de tramposa, podrías caer en sus redes y tú también tendrías que ser rescatada ¡Suerte!
Tras muchas jornadas de camino, Armonía logró llegar hasta las puertas de la mansión encantada de Virusa.
No tardó ésta en percibir su presencia y de inmediato lanzó contra ella su legión de soldaditos de plomo oxidados...
-¡Acabad con ella...!
Nuestra amiga estaba realmente asustada. Sudaba copiosamente y le temblaban mucho las piernas; apenas podía mantenerse en pié. Desconcertada extrajo con rapidez de su mochila la armónica que le habían regalado y comenzó a tocarla. Eso es, se dijo, el poder de mi música los destruirá...
Nuestra bruja y sus secuaces no pudieron soportar la melodía que llegaba a sus oídos y huyeron despavoridos. Cuentan que muy, muy lejos, allí donde nadie los pudiera encontrar ni molestar. Desde ese día no se supo nada de ellos.
Armonía se hizo muy famosa por su hazaña y su foto con su traje preferido salió en todos los periódicos y revistas del país.
Y colorín colorado esta cantinela se ha acabado.

Ana
Subí las escaleras del conservatorio y escuché que estaban tocando el piano. La música era preciosa y la melodía igual. La mujer que la estaba tocando era una mujer recatada y muy errante. Yo como tengo muy buena memoria, recordé todas las notas que estaba tocando. Rápidamente, para que no se me olvidara, las apunté en mi libreta. Luego, me fui a casa porque tenía hambre. Me comí una manzana, estaba riquísima. Rápidamente, me asomé por la ventana. Había muchos sibilantes que no paraban de silbar. Me extrañó mucho porque estaban amarillentos y uno de ellos llevaba armadura. Después me visitaron mis amigas y juguamos un poquito a las cartas, aunque no me gusta jugar con mi amiga Rosa, porque es muy tramposa y ridícula. Pero me encantó su camisa porque era muy sedosa. Luego a las nueve y media fuimos a cenar cerca de un puente, comimos sopa de verdura, que por cierto estaba muy espesa, y también muy rica. Nos hicimos una foto para tener un bonito recuerdo de ese gran día.
Belén

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