domingo, 28 de febrero de 2010

Una página del diccionario



Una página del diccionario sobre la cual medito a menudo es aquella donde cohabitan silenciosamente, sin saludarse nunca ni felicitarse el año nuevo, la ortiga, la oruga, la ortografía y el orzuelo.



La cosa me intriga bastante. mientras me imagino a la oruga dedicada a comerse a la ortiga para que el orzuelo crezca libremente, nada turba mi paz. Pero después el orzuelo se pone a enseñarle ortografía a la oruga, a la cual, siendo un bichito, le importa un bledo. En este mismo momento pasa por la misma página, un cura ortodoxo. ¿Por quién estará rezando? ¿Por la oruga difunta, por el orzuelo loco o por todos aquellos que sufren por culpa de la ortografía? Esta interrogación abre ante mis ojos un auténtico abismo, en el fondo del cual - o sea en el fondo de la página- ambula solitaria la palabra ortógrafo. Parece que significa: "persona que se ocupa o trata de ortografía". Pero su sonido es espantoso. Quizás sea una palabra caníbal.




Gianni Rodari







Elegid, como Rodari, una página del diccionario. Busca cuatro o cinco palabras vecinas que no tengan ninguna relación entre ellas e inventad una historia.




"De la letra al texto"


José Calero Heras



PALABRAS CON A


Paseándome por la letra " A" de mi diccionario, me encontré con un acontecimiento multitudinario, contemplábamos un acorazado americano con forma acorazonada.
Se escuchaban a lo lejos los acordes de un acordeón. Seguí mí recorrido por la página, observando todas las palabras hasta llegar a un atajo, y así pude acortar camino para llegar a tiempo a una actuación que estaba presentando una actriz muy famosa llamada Concha Velasco, dentro de un acuario grandioso rodeado de muchas clases de peces.

Paqui

PALABRAS CON N

Las profesoras de lengua siempre buscan como amargarle la vida a una. Esas propuestas “tan creativas” “tan originales”… Ahora, a mi querida profesora se le ha ocurrido no se qué absurdo ejercicio para que nos familiaricemos con el diccionario, como si no tuviéramos cada una nuestra propia familia.
Bueno, sigo las instrucciones del ejercicio: que abra una página cualquiera. Ya. Que elija cuatro o cinco palabras. Estoy en ello… Por fin me decido: neceser, nécora, necrófago, nectarina, negar. Sigo con las instrucciones, ¿qué ahora tengo que escribir una historia?... Esto es increíble… Definitivamente se le ha ido la olla.
Esta historia se desarrolla entre las páginas 2040-2041 de un tomo-tocho que tengo en casa. Resulta que me encuentro con una nécora muy asustada, pues la persigue un necrófago, psicópata que se alimenta, según el diccionario, de cadáveres. Por mucho que le explica la nécora al necrófago que está viva, él está muy necesitado, ya que con la crisis la gente no quiere morirse por no hacer gastos innecesarios a las familias. Continúo página abajo, y ahí una hermosa y sensual nectarina, neceser en mano, se niega a deshacerse de sus cremas y perfumes, digan lo que digan las nuevas normas de los aeropuertos… Finalmente, le arrebatan su preciado neceser y llora desconsoladamente. El necrófago, sensibilizado con los más desfavorecidos, la consuela. Ella, entre sollozos y sorbiéndose los mocos le dice:
- ¡Antes muerta que viajar en avión!
- Ahí le doy toda la razón.
Rita
PALABRAS CON S


Se ha abierto sin querer, lo uso a menudo. Arriba a la izquierda 2009, salamanquesa a la derecha.
Le ha pillado desprevenida, va despertándose la salamanquesa de ese sopor que la tenía adormilada y algo aplastada dentro de mi diccionario. Se levanta y rauda busca a su prima la salamandra, que al incorporarse lee atentamente. Salamandra. Anfibio urodelo de unos 20 cm. de largo, la mitad aproximadamente para la cola, y piel lisa, de color negro, con manchas amarillas. Estirándose y sorprendida por lo que acaba de leer se sonríe socarronamente pensando, que cosa más fea; ¿de quién estarán hablando? Claro que la palabra espejo le pilla demasiado lejos para verse reflejada en él. Juntas pasean por la página hasta llegar a la gran sala donde deciden reponer fuerzas tomando unas estupendas salchichas rellenas de salchichón, mientras conversan sobre su largo retiro, pues han pasado varios meses hasta que han abierto por su página el gran libro.
Tras el tentempié, escuchan vociferar a la salangana, esa pájara peculiar de ojos rasgados que grita pidiendo un salario justo. Pues llevan toda la vida prestando sus servicios a los estirados profesores de, entre otras, la universidad de Salamanca sin recibir nada a cambio.
Dudan, la salamandra y la salamanquesa en si pasear por la página 2008 o ir a la aventura a la 2013, pero la visita al salmonete no les atrae lo más mínimo, así que deciden quedarse y disfrazarse con el salacot que se dejó por aquí el salamateco que vino de Guatemala para visitar a su amigo salamanquino que se encuentra unas líneas más arriba.
Después de tanto paseo y antes de que se acabe esta historia, las primas deciden acercarse al salce y allí disfrutar de los últimos rayos de sol. Luego cada cual deberá volver a su inmovilidad obligada en el reglón que les ha tocado ocupar por culpa del maldito orden alfabético.
Mercedes

PALABRAS CON M
Limpiando las estanterías de casa encontré uno de esos diccionarios escolares al que le faltaba la cubierta , apenas sin darme cuenta lo abrí por las páginas 224 y 225 . En una ojeada rápida las visualicé , ahí estaban , altivas ellas , dándose la espalda , en riguroso orden alfabético , la maraca , el marcapasos , el marciano , la marmota , el marrón......
De pronto , el marciano supuesto habitante de Marte , abdujo a la marmota que dormía plácidamente al calor de las páginas . El animal cabreado lo mandó a hacer gárgaras , pero él prefirió hacer oídos sordos , bastante tenía ya con escuchar el ruído de las maracas , sus continuas percusiones acabarían por volverlo loco y terminaría solicitando permiso a la Real Academia de la Lengua Española para que le permitiera mudarse a una página menos ruidosa .

En esto y con tanto sobresalto , él pobre , que padecía del corazón comenzó a sentirse mal y ahí interviene el marcapasos que desde su posición comienza a enviarle descargas eléctricas que alivien su dolor .


Menudo marrón le ha caído a este pobre extraterrestre, pensó este color , mientras la marmota algo más espabilada se dedicaba a roer esta página del diccionario .
Ana

PALABRAS CON P


Ordenando el escritorio, me quedé mirando el diccionario que estaba abierto en la página 120 y me encontré con todas estas palabras: PÁLIDA, PAISAJE, PÁJARO, PÁGINA, PENSAMIENTO.
Mi imaginación voló y surgió esta historia: Mi pensamiento era ir unos días a Rota pues tengo ganas de pasar página y conocer nuevos paisajes, oír el canto de los pájaros. Necesito un poco de relax, pero me llamaron para trabajar y tuve que cancelar el viaje y me quedé pálida.



Sonia


PALABRAS CON G

Pues resulta que le he comprado un diccionario a mi hijo que lo
necesitaba para el colegio. Ya hacía tiempo que no tenia uno entre mis manos, creo que desde que salí de la escuela.
Bueno, el caso es que me pongo a hojearlo y si querer se abrió por las
páginas 417- 418-419.
Entre otras, se encontraban las siguientes palabras: gallinaza, gallinejas, gallero gallinero, gallina, gallito, gallo.
Esto en verdad sí parecía un gallinero, era todo un alboroto. El gallo entró muy chulo y muy gallito al gallinero, seguro en busca de alguna gallina, pero lo que encontró fue una buena gallinaza que con su pata pisó.
Se enfureció tanto que despavorido salió y en la puerta a su amigo el
gallero encontró y con mucho disimulo a comer gallinejas lo invito.
Que les aprovechen...

Pepa

PALABRAS CON C

He abierto el diccionario, para encontrarme con la letra C y escribir unas cuantas palabras como: Camaleón, Contento, Camino, Cantar y Controlar. Poco a poco me entró sueño y…
Iba por un camino que tenía alrededor unos grandes árboles que me daban miedo, estaba un poco asustada. A lo lejos se escuchaba cantar y me escondí detrás de un gran árbol. La voz cada vez se escuchaba más cerca…
Era un enorme camaleón que parecía muy contento. Yo asustada no podía controlar los nervios, pero poco a poco se fue alejando, salí corriendo para buscar la salida de aquel camino. Entonces vi aparecer un campesino que me dio mucha alegría y le pregunte:
¿Queda mucho para salir de este bosque?
- No, ya estas llegando, pero cuidado con un camaleón gigante.
- Vale, tendré cuidado.
Hasta que por fin encontré la salida y me desperté asustada del sueño.
Rosa


LA LETRA F

Desempolvo un viejo diccionario de mi estantería, desde hace un tiempo uso el ordenador para buscar el significado de palabras que desconozco. Pero para este ejercicio es indispensable el diccionario de toda la vida. Abro el pedazo de libro al azar, y caigo en la página 406-407 y vienen a mi vista las siguientes palabras: fondona, forajido, footing (palabra inglesa que aparece en mi diccionario), fonendoscopio, forajida, forma, formal, fórmula, fornida y fortalecer. Ahí va mi historia de la letra f:

Me levanté una mañana después de la visita de los reyes magos y al mirarme al espejo ¡HORROR!. He debido engordar por lo menos 6 kilos, me miré 3 veces más al espejo de distintas posturas y el veredicto era: Carmen estás fondona. Después de mucho pensar encontré la fórmula mágica que era comer menos y hacer footing. A la mañana siguiente equipada como corresponde, me lancé a la calle dispuesta a chupar kilómetros. La gente al verme correr me tomaba por una forajida más que por una persona que quería ponerse en forma. Como soy una persona muy formal, me propuse fortalecer todos mis músculos y convertirme en una persona fornida; como soy muy impaciente quería conseguirlo en poco tiempo. Comiendo poco y corriendo mucho, una mañana me dio un mareo y un buen hombre me llevó a urgencias, allí el médico me tomó la tensión y uso su fonendoscopio para oír mi corazón.

Antonia

etra P

Estaba paseando tan tranquilo el puerco (animal, aunque también pudiérase tratar de un hombre) cuando de pronto, justo debajo de su definición, se encuentra con el puercoespín; da un salto por el susto recibido y se pone a rodearlo mirando sus espinas, como no sabe lo que es, decide mirar debajo de este la definición escrita de semejante animal ( de puerco y espino, africano) ¡vaya! mi primo lejano ¿qué haces aquí? vienes de muy lejos; Vengo a buscar a mi puericultora, que me dejó antes de terminar mi periodo de crianza. ¡Vale! te ayudo a buscarla, vamos por aquí, y se adentraron en un huerto, sin ver que casi pisan a un puerro. ¡Eh! que me pisas pelo pincho; No me digas eso cacho hierba; Feo tú, que pareces el cepillo con el que se peina la que me riega.
Venga, déjalo ya y sigamos, hay que cruzar la
puerta que está en la página 4089 de este tomo; La cruzaron y llegaron al puerto donde fueron cazados por dos hombres.
El
puerco y el puerco espín, que estuvieron a punto de pisar al puerro, que cruzaron la puerta y llegaron al puerto, jamás encontraron a la puericultora.

Letra
T


Alegre en su río cantaba la trucha, y un trueno intenso de su quehacer la sacó.
¡Maldito
trueno! dijo la trucha, me asustó tu tronar, ASÍ SOY YO gritó el trueno y tú me debes perdonar. Hagamos un trueque ¿si una trufa te doy, no tronarás más?
¡Vale! dijo el
trueno, dámela, y la trufa la trucha le dio.
El
trueno la recibió y al instante de nuevo tronó; ERES UN TRUHÁN, oyó el trueno a la trucha gritar; Hicimos un trueque, y me as vuelto a asustar, de modo que la trufa me tienes que dar.

El trueno quedó triste, con un hondo pesar, la trucha que lo vio, la trufa le volvió a dar;
Y el
trueno al ver el gesto, dijo sin dudar: este trueque es justo, prometo dejar de tronar.
Y la
trucha, feliz, se puso de nuevo a cantar.

José Antonio

LETRA P


Miro la estantería de mi salón y se me queda fija la mirada en las enciclopedias y diccionarios que ya con el ordenador no usamos. Ahora todo es Wikipedia, Google..etc. Cojo mi antiguo diccionario, ese que he utilizado cuando estudiaba y que hasta hace algunos años mis hijos consultaban.
Cojo el diccionario se abre en la página donde me encuentro ¡SORPRESA! con la palabra
diccionario, ese libro que recoge palabras de un idioma ordenadas alfabéticamente ¡Qué dicha! poder expresarnos. Me siento dichosa de tener un idioma tan rico en palabras, las mismas con las que el profesor nos hacia los dictados. Encontrar palabras con las que insultar al tirano dictador que con su dictadura nos quita libertad. Encontrar una manera didáctica de comunicarme con mi hijo de diecinueve años, algo que llevo intentando desde que él tenía dieciséis. ¡Que fácil lo tenía cuando era pequeño y venia el Ratoncito Pérez al caérsele un diente!, y no ahora cada vez me pide dinero para echar diesel a su coche.

Mª Ángeles


Letra M

En mi vida tengo una
misión mística que cumplir, para mitigar algunas inquietudes de mi vida, aunque siempre tengo una moderada modorra para poder cumplirlo. Entre la modorra y la misión me olvide de la mixomatosis que tenían mis conejos.

Mari


Meditar, Mediterráneo, Médium, Medrar, Médula, Medusa, Megafonía.

Andaba yo por la orilla de la playa de Levante de este maravilloso mar Mediterráneo, meditando entre las personas que hacían lo mismo que yo. Allí se encontraba una mujer que ha medrado mucho en la ciudad por ser una gran médium, cuando de repente por la megafonía de la Cruz Roja avisaban de que habían visto una plaga de medusas azules. Eran muy peligrosas por el veneno que llevan en su gran tentáculo central. Se me erizó hasta la médula y decidí que por hoy ya estaba bien de pasear y que me iba a casa....

Paqui

lunes, 22 de febrero de 2010

Otro punto de vista...


El paseo matinal

Pasaba por ahí todas las mañanas, con las manos nerviosas ocultas en los bolsillos de su abrigo ya tan raído. La observaba en silencio, hasta olvidaba el hambre por momentos mientras le enviaba imágenes alegres, celos, sufrimientos.
Concentrábase en ese aire altanero, en esa distancia suya, en sus ojos perdidos a lo lejos. Nunca pudo desalentarlo su indiferencia, tampoco su distinción tan lejana a su propia miseria.
Ella tal vez en ocasiones sentía la calidez de su mirada; quizás hasta alguna vez quiso responderle, sonreírle a él en especial o derramar alguna lágrima. Pero hay tantas cosas prohibidas para un maniquí encerrado en una vidriera. Aún así, él sobrevivió todo ese tiempo gracias a ella.”


Diego Muñoz Valenzuela

En este texto se cuenta lo que piensa un maniquí con respecto a una mujer que pasa por delante de él todos los días. Escribid un relato cambiando el punto de vista: ¿Qué piensa la mujer del maniquí? ¿Quién era ella y adonde se dirigía todos los días?. Imagina que el maniquí sale del escaparate e inventa un final para esta historia.

De "Algunas propuestas didácticas para
desarrollar la escritura creativa"
Mª Isabel García Uría



EL MANIQUÍ

Ella piensa que él no sufre en esta vida, porque ni come, ni duerme, ni trabaja. Siempre est igual porque es un maniquí.
Sin émbargo, a ella le ocurre todo lo contrario, pasa muchas necesidades porque es una mendiga.Todos los días se dirige a buscar trabajo o a un albergue para comer.
Una mañana miró el escaparate y se dio cuenta que el maniquí no estaba. Se le cayeron dos lágrimas y la tristeza se reflejó en su cara, porque poco a poco, sin darse cuenta, se había enamorado del maniquí y con tan solo verlo, se sentía feliz.
Al doblar la esquina se encontró con el maniquí, había cobrado vida. Ella se puso muy contenta y al verse, los dos se abrazaron.
El maniquí le dijo:
- No te preocupes, pues no vas a pasar mas necesidades mientras estés conmigo.
Al poco tiempo los dos se casaron y vivieron muy felices.

Rosa


MI MANIQUÍ


Vivo en una gran ciudad, en una conocidísima calle de la misma. Muchas veces me arrepiento de la decisión que tomé hace algunos años. ¿Por qué? Es fácil contestar. Por mi calle pasan muchas de las manifestaciones a favor o en contra de algo. Contra el aborto o a favor de él, contra el nuevo plan de pensiones, para celebrar el ocho de marzo, incluso el primer viernes de ese mes tenemos las interminables colas para visitar al Cristo de Medinaceli. Por supuesto hablo de la calle Atocha en Madrid.
Pero cuando se me pasa el cabreo porque cortan el acceso a las calles adyacentes o, porque es un hervidero de gente, reconozco que no podría vivir en otro lugar. En mi calle y en mi barrio se confunde lo novedoso con lo clásico, la reivindicación con el pasotismo, la cultura de los museos, con la cultura de la calle. Sobre todo es una zona con una gran mezcla de gentes venidas de todos los lugares imaginables y esto es enriquecedor.
Por lo tanto he de reconocer que cuando me queda tiempo, me gusta pasear por sus innumerables recovecos.
En uno de esos paseos he descubierto que han abierto unos nuevos almacenes. Tiene enormes escaparates y me ha llamado la atención un grupo de maniquíes que han colocado. Parecen personas de verdad. Hay un niño como de unos cinco años y he tenido que acercarme para comprobar que no era humano.
Regreso a casa despacio, intentando saborear cada minuto de este agradable paseo, pero algo interrumpe de vez en cuando mis pensamientos, algo me incomoda.
He vuelto sobre mis pasos y allí está. Es un maniquí de unos cincuenta y dos años. Representa a un hombre atractivo, con ropa informal pero con estilo. ¡Madre mía, hombres así no existen!
Al volver a casa sigo pensando en el apuesto maniquí tanto, que he llamado a una amiga y se lo he contado. Ella se ha reído de mí hasta dolerle la mandíbula y me ha dicho " llevas demasiado tiempo so-la”. Tal vez tenga razón, pero al día siguiente estaba deseando terminar de trabajar para ir a visitar a " mi maniquí”.
Ahí sigue, lo más sugerente de él es su porte, su actitud de indiferencia y de saberse observado.
Creo que me lo quiero llevar a casa, así que trazo un plan.
Pasados dos días, me he presentado en los almacenes, ¡ah, me dedico a la publicidad!, he hablado con el jefe de planta, que a su vez ha hablado con no sé quién, para que me prestaran "ese maniquí". El motivo, incluirlo en un anuncio que tengo en mente. Después de algún tira y afloja he conseguido mi objetivo. Así que sin perder un minuto, he ido a por él en la furgoneta de Lurdes (esa amiga a la que llamé para hablarle de... y se rió de mí) y por supuesto me ha acompañado recordándome todo el camino que estoy loca.
Bueno ya está en casa. ¿ Y ahora qué ?. Lo he sentado en el sofá, me he acurrucado junto a él. Joder que duro es. Lo he semidesnudado, bueno de momento nada de nada. Luego lo he desnudado del todo, ¡pero si ni siquiera tiene...! Menuda bajada de la libido. Acaba de romperse toda mi atracción hacia él.
Lo peor es que acabo de darme cuenta de lo ridículo de la situación, además se me cae la cara de vergüenza al pensar que debo devolver este maniquí a su escaparate. Y para colmo de los males Lurdes me ha dicho que no piensa acompañarme ni prestarme su furgoneta.
Mercedes




Todos los días desde hace dos años, pasó por una boutique, me paró para observar como está decorado su escaparate y la ropa que tiene puesta.
Hay dos maniquíes. Uno es un hombre siempre vestido muy elegante, con una peluca rubia y ojos azules y el otro es el de una mujer morena, esbelta y ojos oscuros, vestida a la última moda siempre.
Y últimamente me he preguntado al verlos:
-¿Las cosas y las historias que podrían contar si tomarán vida? Porque habrán visto pasar a toda clases de personas.
Niños mirándolos, tocándoles por los cristales y haciéndoles burlas, jóvenes y menos jóvenes. Unos diciendo lo bonitos que son los trajes con los que van vestidos y otros que son muy caros y no pueden comprárselos, aunque les encantarían hacerlo.
Pero cuál fue mi sorpresa al pasar hoy por ese mismo escaparate y ver a los dos maniquíes desnudos y retirándolos del escaparate. Me ha dado mucha pena y tristeza, pues era algo a lo que ya estaba acostumbrada a ver todos los días.
Pero la boutique la van a cerrar por culpa de esta maldita crisis.
Paqui


Desde la ventana de mi dormitorio, recién levantada, observaba ansiosa aquel personaje un tanto estrafalario. Llamaba la atención por su porte snob y diferente a los demás transeúntes, de su mano pendía un maletín de piel que debía haberle costado muy caro.
Caminaba con diligencia todas las mañanas cuando mi ciudad casi no había despertado, siempre a la misma hora, transmitiendo seguridad, parecía controlarlo todo, hasta casi el tiempo.
En su rutina solía detenerse durante unos segundos frente al polvoriento escaparate de una de esas tiendas de barrio que parecen llevar allí desde hace una vida, con su viejo mostrador de madera, su decoración obsoleta, pasada de moda, igual que sus artículos, dependientes y compradores.
Parecía mostrar mucho interés por uno de los maniquíes que prestaban su servicio en aquel comercio; aquel muñeco descolorido, desconchado, falto de uno de sus apéndices y encorsetado por un anticuado traje azul marino, con su camisita y corbata a desjuego.
Pude conocer, por María, " cotilla " de aquella acera, la noticia que corrió como polvorilla entre los convecinos, que aquel mi apuesto y flamante hombrecito se trataba de un famoso diseñador de moda, de esos , como ella se jactaba decir, que salían por la tele y exponían sus modelos sobre las pasarelas más importantes de nuestro país y del extranjero.
Al parecer fue su progenitor quién esculpió ese maltrecho maniquí dándole vida entre sus maduras manos y él en su nostalgia por recuperar el pasado, mandó restaurarlo y darle un aire nuevo más acorde con el conjunto de las salas y modelos de las colecciones que debería exhibir.
Más la historia de este diseñador como recogieron los medios de comunicación de todo el país no terminó del todo bien; cuentan que perdió la cordura escuchando los lamentos y sollozos de su maniquí al que veía, contaba a sus conocidos, errar día y noche implorándole que lo devolviera al lugar del que nunca hubiera debido haber salido.
Lo encontraron muerto sobre la cama de su lujoso dormitorio apenas contaba 30 años, al parecer de una sobredosis. Nunca se supo cómo ni quién devolvió al maniquí de su desgracia al escaparate que lo vio envejecer.
Ana


Ella era una vendedora de lotería y todos los días pasaba por allí, pues cerca se encontraba su kiosco de la Once.
Estaba en un escaparate de unos almacenes ya muy viejo, por supuesto era un maniquí. La mujer pensaba que estaría muy solo, aburrido por estar siempre en el mismo sitio y que no tendría a nadie. Sentía mucha pena por él.
Cada vez que pasaba se quedaba mirando el escaparate, algunas veces fijamente y otras de reojo para que él no se diera cuenta.
Transcurrían el tiempo y cada vez pasaba más tiempo frente al escaparate, sin duda se había enamorado del maniquí. Se llegó a obsesionar de tal manera, que enfermó.
Transcurrieron varias semanas hasta que de nuevo volvió a pasar por allí. ¡Oh! ¡que desilusión!, ya no estaba. Habían quitado a su amor del escaparate, el maniquí.
Fue tanta la pena que le produjo que enfermó gravemente y murió de amor.
Para que vean que de amor, también se muere...
Pepa



Llevaba mucho tiempo atravesando aquella calle porque mi trabajo estaba cerca de allí, en unos bloques de oficina. Yo era una de tantas secretarias que allí se ganaba la vida.
En una de las tiendas de esta calle había un escaparate que me llamaba la atención. Había un maniquí que aunque era de plástico, parecía tan natural que a veces sentía que me observaba.
Siempre que pasaba le miraba aunque fuera unos instantes. Cada cierto tiempo, cambiaba de trajes. A veces iba con traje chaqueta, otras de sport, con ropa de invierno, de verano... La cuestión es que su caballerosidad y planta se veía a 100 leguas. Me fascinaba mirarlo, parecía que me guiñaba al pasar.
Pasó el tiempo y una noche de Navidad los compañeros decidieron hacer una fiesta en la oficina, yo decidí ir. Al pasar por el escaparate observé que lo habían vestido de Papa Noel y la verdad es que me hizo gracia...
La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada y como era tarde decidí marcharme, pues el hecho de no encontrar a nadie que fuera en mi misma dirección, me preocupaba un poco. Cuando atravesaba dicha calle me asaltaron dos enmascarados que me pidieron el bolso, con mucho miedo se lo di y les dije que no me hicieran nada. De pronto vi a un Papa Noel que les hizo frente y me defendió de los atracadores.
Por unos instantes miré hacia el escaparate y cuál fue mi sorpresa al observar que el maniquí que se hallaba allí había desaparecido.
Los enmascarados salieron corriendo y dirigiéndose hacia mí, el Papa Noel me dio el bolso y me preguntó si me habían hecho daño. Respondí que gracias a él todo había sido un mal susto.
Me acompañó hasta mi casa y le di las gracias. Le dije que a ver si nos veíamos algún día para tomar un café y agradecerle su ayuda. Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que ya nos conocíamos y que mi mirada le daba un soplo de vida. Al girarme después de abrir la puerta de mi casa y darle de nuevo las gracias, vi que el Papa Noel no estaba, miré hacia un lado y otro y no vi a nadie.
A la mañana siguiente al pasar de nuevo por esta calle, observé que el maniquí vestido de Papa Noel estaba allí.
Después de lo ocurrido, deduje que me habría emborrachado algo más de la cuenta y habría tenido alguna alucinación con dicho Papa Noel, pero fuera lo que fuera yo sé que había sido él pues al pasar me guiñó un ojo y sonrió. Me paré y con una gran sonrisa le di de nuevo las gracias.
Charo


Nunca me habían gustado los maniquís, tan inexpresivos, tan ausentes. Sin embargo, todas las mañanas me paraba delante de ese escaparate como arrastrada por una extraña fuerza que me atraía y me obligaba a mirar a hurtadillas, la figura altiva e inmóvil del maniquí. De los escaparates, más que los artículos que en ellos se exponían, siempre me había gustado ver mi figura reflejada en los cristales. En casa no tenía espejos de cuerpo entero, así que aprovechaba mis paseos por las tiendas para poder mirar el aspecto que llevaba.
Desde hacía algún tiempo, la figura del maniquí me obsesionaba, creía que había algo en él que lo hacía diferente a los demás. Me puse manos a la obra. Saqué la vieja cámara de fotos y fotografié decenas y decenas de maniquíes. Tuve que dejar pronto esta repentina afición, pues resultaba muy difícil encontrar carretes para mi antigua y obsoleta cámara.
Decidí revelar los carretes en casa, pues tenía un pequeño cuarto donde todavía conservaba una ampliadora de las de antes y algunos botes de líquidos propios para la ocasión. Imaginé, por un momento la cara de Manolo, el de la tienda de fotos, pensaría que se me había ido la pinza… fotos de maniquíes.
Después de intensas horas de revelado, nada. Todos eran iguales, los mismos rasgos, la misma mirada perdida, la palidez de su cara, nada de nada. Opté por olvidarme del tema y cambiar mi ruta de paseo.
Meses después, recibí una llamada de mi amiga Lucía. Estaba en Madrid, de turismo urbanita. Quedamos para tomar café. Lucía estaba como siempre, dicharachera, habladora pero algo en sus gestos y en su mirada me hizo dudar de su buen ánimo. Cómo nos conocíamos desde hacía muchos años y habíamos compartido siempre casi todo lo que nos pasaba, le pregunté directamente.
- Lucía, estás rara. ¿Algo que contar?
- Violeta, pensarás que estoy loca.
- Bueno, eso no es nada nuevo…
- Que no, Violeta, que me están pasando cosas extrañas. No te rías, estoy obsesionada con un maniquí, tanto que creo verlo en todas partes. Ahora mismo, está aquí. Nos separan dos mesas. Mira con disimulo, por favor- susurró Lucía.
Me quedé petrificada. Era él.
Rita


Todos los días caminando hacia el trabajo, me paraba a ver el escaparate. Me llamaba la atención aquel maniquí que todas las semanas cambiaba de vestuario. Era elegante y de piel morena, pero sus ojos tenían un punto invisible, mirada perdida y desconectada del mundo. Un mundo que gira a su alrededor, sin conocer los colores de la vida, ajeno al tiempo mientras una variedad de vestuario cubre su cuerpo. Pobre maniquí, sin sonrisa y sin muecas, como si su alma estuviera muerta.
Me imaginaba al maniquí fuera de escaparate, con ese porte tan guapo... seguro que sería feliz ¿o no? Estaría casado o sería modelo o un pobre diablo.
Extraño maniquí que nunca puedo dejar de mirar.
Sonia

martes, 16 de febrero de 2010

La hipótesis fantástica






Hoy vamos practicar una imaginativa técnica de Gianni Rodari que consiste en desarrollar una historia partiendo de esta pregunta: ¿Qué pasaría si...?. Es decir, debéis escribir una historia partiendo de una de las hipótesis fantásticas que se plantean.







Por ejemplo, podían ser éstas:

• ¿Qué pasaría si al abrir la puerta te encontraras con un cocodrilo que te pide un poco de perejil?
• ¿Qué pasaría si al despertarte te hallaras dentro de un zapato?
• ¿Qué pasaría si desapareciera de repente todo el dinero del mundo?
• ¿Qué pasaría si te eligieran rey por una semana?
• ¿Qué pasaría si notaras que te están saliendo alas? …



El cocodrilo

- ¡Buenos días, vecina!¿podrías darme un poco de perejil?Es que estoy cocinando carne de cebra y este condimento le viene muy bien.
- ¡Cómo no, enseguida señor coco... coco...! (He cerrado de un portazo y me he escondido detrás)
¡No puede ser, un cocodrilo en la puerta de mi casa y pidiéndome perejil!
- ¡Juan, Juan! Ya no fumaremos más porros de esos que traes últimamente. Me producen unas alucinaciones terribles.
Un poco incrédula y asustada me acerco a la mirilla y... ¡claro! allí no hay nadie.
- Pero, ¿es qué esperabas ver a un cocodrilo tras la puerta?, me digo a mí misma. Pues sí que estás fumada.
Con un poco de intranquilidad en mi cuerpo, me he dado una ducha y he salido a comprar el periódico y algunas cosas que necesitaba y no sé por qué miro de reojo a derecha e izquierda. Me estoy poniendo cada vez más nerviosa, así que paro un instante, tomo aire y me digo: a ver eres una mujer sensata y no crees en fantasías de ese tipo. Recupera la cordura, por favor.
Un poco más tranquila decido entrar en un bar y tomarme el café de todos los días a esa hora. Bueno hoy voy a cambiarlo por una tila. Ya relajada vuelvo a casa algo más tarde de lo habitual. Supongo que Juan habrá preparado el almuerzo.
Para mi sorpresa está de cháchara con algún colega que ha venido a saludarlo. Lo sé porque veo latas de cerveza, patatas y algo de queso sobre la mesa.
Juan me ha oído al entrar y me dice desde el salón:
¡Tesoro, pasa!, el nuevo vecino ha venido a presentarse y nos invita a comer. Ha traído un plato típico de su país. No te lo puedes imaginar, es carne de cebra.
Creo que acabo de tirar todo lo que traía al suelo y hasta yo me he tirado a él.
Juan y el vecino vienen corriendo hacia mí. Los oigo, pero no los veo, pues no quiero abrir los ojos y encontrarme con...
- Amor, ¿qué te ha ocurrido? Mira este es Paul, viene de Kenia, lo de la carne de cebra era una broma, en realidad nos invita a unos excelentes canelones que acaba de cocinar.
Poco a poco abro los ojos y ante mí, además de Juan está Paul un keniata que nada tiene que ver con cocodrilos o eso creo, porque alrededor de su cuello lleva colgando un gran diente que ni se, ni quiero saber a qué animal pertenece.
Mercedes


Rosa, la reina


El sábado fui de compras a Carrefour. Estaba lleno de gente y por curiosidad me acerqué a ver que pasaba. Era un sorteo cuyo premio era ser reina por una semana.
Yo como soy tan caldeosa, me apunté en el sorteo y con un poco de suerte, me nombraron reina. Me puse tan contenta, que ni yo me lo creía...
Me pusieron la corona, me dieron un cheque para que me comprara lo que yo quisiera. Me llevaron hasta la puerta para enseñarme la limusina, con chófer incluido, para que me llevara a donde yo le dijera. Además durante esa semana viviría en un castillo.
Yo estaba alucinando pero también tenia las obligaciones de una reina. Enseguida me puse a trabajar, era un poco difícil pero aprendí rápido.
Lo que mas me gustaba era la noche, me tenía que vestir de gala para la cena. Después de la cena, el baile era fantástico. Hasta que llegó el ultimo día y tenía que abandonarlo todo.
Se me acabó la semana para ser reina pero disfruté mucho y volvería a ser reina por otra semana.


Os voy a contar un cuento que tuve. Resulta que iba con mi coche conduciendo, cuando de pronto me vi en un gran atasco. Era la hora punta de los trabajos, un calor asfixiante, no podía salir de allí.
Se escuchaban las voces de los conductores gritando y el sonido de los claxons que no cesaban de sonar. Yo me quería morir, iba con el tiempo justo para recoger al niño de la guardería y encima me había dejado la comida cociendo a fuego lento. Estaba muy agobiada.
Sentí un picor por la espalda que iba en aumento por minutos, me pasé la mano por ella y que susto me llevé al notar unos bultitos a cada lado que se iba transformando poco a poco en unas alas, sí increíble, pero cierto.
Abrí la puerta del coche para escapar del miedo que tenía, pero lo mejor fue que salí volando.
Aquello fue todo un espectáculo, la gente miraba asombrada sin dar crédito a lo que estaban viendo sus ojos. ¡Qué bonito volar! Me sentí libre y pude escapar de aquel atasco.
Cuando mejor me lo estaba pasando, sentí una voz al oído, decía:
- Mamá, despierta que te has quedado dormida…
Era mi hijo.
¡Qué dulce sueño!, pero como decía Calderón los sueños, sueños son.
Pepa


Ayer, al mediodía estaba en mí casa sola cocinando, cuando llamaron a la puerta. Abrí y un cocodrilo verde de un metro y setenta centímetros con grande dientes blancos y cola larga me pregunto:
- ¿Tienes un poco de perejil para darme? Es que me hace falta para echárselo a las coquinas que estoy haciendo.
Empecé a gritar ¡aaaaaaaaahh!
Yo pensé que me moría del gran susto que me dio. El cocodrilo me cogió del brazo y me llevó hasta dentro de mi salón, me sentó en el sillón y me dijo:
-No te asustes que soy yo, tú vecino Vicente.
Se quito la máscara y ya me tranquilicé. No me acordaba que era "DOMINGO DE CARNAVAL".
Empezamos a reírnos, aunque a mí no me hizo mucha gracia. Le di el perejil y se marchó. Cuando se lo conté a mi familia se rieron todos de mí. Pero yo pensaba:
- Si os hubiese pasado a vosotros no os reiríais tanto…
Paqui



No sé cómo había llegado hasta allí; me recuerdo con mi batita y mi pijama enguatado regañando con los niños para que se metieran en la bañera, friendo boquerones para la cena y ultimando la comida del día siguiente y de pronto en esa gran sala, sentada en un sillón de terciopelo rojo y patas retorneadas, una enorme mesa rectangular decorada con discretos centros de flores, finamente montada y rodeada de comensales ricamente vestidos y pulcramente peinados y maquillados.
Alguien que iba ataviado como un mayordomo me preguntó:
- ¿Su majestad desea que le sirva más vino?
- ¿Su majestad? ¡Qué majestad ni ocho cuartos! ¡Lucía, Lucía esa soy yo! , estuve a punto de gritarle, pero me contuve porque justo en ese momento un rostro afinado y sonriente me susurró.
- ¿Te diviertes querida? ¿Disfrutas de la cena de Estado?
- ¡Sí, mi amor! Le respondí melosamente.
¿Y por qué no? , les seguiría la corriente, ¡no me vería en otra igual! Simularía ser una refinada y educada reina, es lo que todos esperaban, sólo era cuestión de observar e intentar seguir el protocolo que ellos cumplían a rajatabla.
Tras la cena comenzó el baile ¡Oh Dios, qué maravilla! ¡Qué gustazo cuando me vi reflejada en uno de los espejos! Iba embutida en un precioso vestido de seda verde esmeralda, caminaba sobre unos zapatos a juego con unos tacones de infarto, seguro que el conjunto habría costado un huevo, pero qué más daba ¡qué leche, ahora me lo podía permitir! ¡No tendría que esperar a las rebajas!
Entrada la noche y terminada la recepción los invitados se despidieron uno a uno, estaba agotada, necesitaba descansar y reflexionar sobre mi nueva situación.
Los siguientes días me marcaron una rutina totalmente distinta a la que hasta entonces había tenido , actos y más actos , recepciones , viajes , entrega de premios, asistencia a funerales , todo en mi nueva vida estaba encorsetado , todo medido y estudiado ¡Sí lo tenía todo! , pero me faltaba lo más importante, la libertad de decidir y tomar mis propias decisiones, vestirme a mi gusto aunque la ropa fuese de una de esas cadenas de moda para los españolitos de a pie, comer lo que me apeteciera… en definitiva ser yo misma.
Echaba muchísimo de menos mi trabajo, los abrazos y caricias de mis niños, mi cama, mi sofá, mi perro, así que hice como en las películas, apreté fuertemente los ojos y deseé con todas mis fuerzas regresar a mi hogar, a mi hogar dulce hogar y mi hada madrina con su varita mágica debía estar cerca porque así sucedió .
¡Joder, qué pelos! Debería ir a la peluquería a recomponerme un poquito. A ver si saco algún ratito. ¡Madre mía! ¡Como estaba la casa! ¡Qué desorden y qué de porquería! pero no me importaba, formaba parte del conjunto.
No sé cómo explicarlo pero la vuelta a la normalidad me produjo un gran alivio, al fin pude respirar a gusto.

Ana


EL COCODRILO VENDEDOR

-¡Ding, don!
-¿Quién será a estas horas? Seguro que alguien pidiendo.

Lidia se coloca su bata anaranjada se arregla un poco el pelo y abre. Se lleva una gran sorpresa cuando descubre a un enorme cocodrilo de ojos saltones y colmillos afilados, sobresaltada intenta cerrar la puerta de un golpe pero la mayúscula fuerza de la bestia se lo impide.
- ¡Señora ¡ Cálmese, no he querido asustarla , no es mi intención hacerle daño. Disculpe, deje que me presente. Me llamo Godofredo, Godofredo Pantanoso de Los Barros para servirle a usted y a quién mande, de profesión agente comercial y para mí sería un placer presentarle la nueva gama de productos de belleza “Cocodrile“.
- Está bien. Contestó ella. Pero hágalo rápido que estaba a punto de preparar la cena a los niños.
- Como usted guste. Déjeme exponerle las enormes ventajas de la crema hidratante elaborada a base de algas y partículas de barro; detiene el envejecimiento aminorando en un 80% las temidas y antiestéticas líneas de expresión. Puedo ofrecerle igualmente, dentro de nuestra gama, el fabuloso contorno de ojos que no sólo eliminará sus arrugas sino que al cabo de dos o tres aplicaciones sus bonitos ojos lucirán saltones y vidriosos, ya verá todo el mundo se fijará en ellos. Y si lo que desea es volver loca a su pareja, no dude en aplicarse unas gotas del nuevo perfume “Bêtial “, ya verá harán el amor de forma escandalosa.
Podría continuar con mi retahíla de artículos pero como veo que no dispone de mucho tiempo, opto por dejarle nuestro catálogo de productos de la nueva temporada primavera-verano para que lo ojee detenidamente y ya me pasaré de nuevo por aquí en un par de días, si no le molesta, para recoger su hoja de pedido.
Nuestra protagonista anonadada, no sabía que contestar, no podía dar crédito a lo que acababa de presenciar, había enmudecido, no acertaba a pronunciar palabra hasta que la ronca voz del vendedor la devolvió a la realidad.
- Señora, señora, ¿me está usted escuchando?
- ¡Oh sí! Lo siento, está bien puede dejar el catálogo ahí mismo pero antes de marcharse querría hacerle una pregunta, ¿cómo ha logrado adaptarse a la vida en nuestra sociedad?
- ¡Ah! Eso ha sido fácil, me cansé de la rutina de la charca y pasé a formar parte del conocido programa de “Inserción laboral del mundo animal“, unos amables veterinarios nos introducen un dispositivo que controla nuestros impulsos, nuestros instintos natos, nos permite hablar, pensar y comportarnos como un ser humano, una revolución total, ya le digo. Bueno, no le quito más tiempo, encantado de haberla conocido.
- Igualmente, adiós, nos vemos ¡que le vaya bien! El ascensor no funciona, tendrá que bajar por las escaleras, encienda la luz y tenga cuidado no vaya a resbalar.
- No se preocupe , eso no va a ocurrir, ya estoy acostumbrado a caminar ¡Chao!
Ana


Decidí, después de darle muchas vueltas a la cabeza, coger el dinero que tenía en la hucha para pagarme un caprichito, cuál fue mi sorpresa al comprobar que en la hucha no había ni un euro.
Extrañada busqué, por si lo había dejado en otro lugar y nada de nada. Pensé en seguir buscándolo más tarde.
Quería ir al supermercado y cogí mi monedero, miré para comprobar la cantidad que llevaba, pero mi sorpresa fue que no había ningún euro; ni en monedas, ni en billetes. Esto me sacó de quicio y pregunté a mi marido por si él lo había cogido y me dijo que algo parecido le había ocurrido, su billetera estaba vacía.
¡Santo cielo! ¿Quién habrá entrado a robar? le pregunté a mi marido. Miré por toda la casa y no faltaba nada, el televisor estaba en su sitio, las joyas en el joyero... en fin todo estaba en orden, no faltaba nada.
Decidí llegarme al banco para sacar algo de dinero y poder comprar, cuál fue mi sorpresa al descubrir que en el banco tampoco había dinero porque un virus en la tinta de los billetes los había desintegrado. Lo mismo había pasado con las monedas según me había informado el director del banco.
Al ver tanta gente preocupada al igual que yo, me puse histérica y de la impotencia me desmayé. Al cabo de unos minutos, me desperté en mi dormitorio y me di cuenta que todo había sido un sueño. Seguro que el origen de sueño fue ver las noticias de los informativos: la crisis que tenemos a nivel mundial que nos está afectando la cual está afectando a toda la economía de los españoles y de la que nadie es capaz de levantar cabeza.
Charo


Estaba desayunando, cuando empecé a notar algo raro en la espalda. Me picaba un poco. Fui al cuarto de baño a mirar que tenia. ¡No me lo podía creer! ¡Tenia alas! Fui a la terraza a ver si podía volar ¡Esto es de locos! ¿Cómo voy a volar? Debo tener fiebre…
Pero empecé a mover las alas muy lentamente y noté que los pies no los tenía en el suelo:
- Pero…¡si estoy volando! Bien hoy voy a trabajar un poco más tarde no voy a tener problemas con el tráfico.
Cuando de pronto suena la alarma del reloj, di un salto que casi me caigo de la cama. Era todo un sueño, claro, pero parecía real.
Sonia


El hombre invisible


Una mañana de domingo, al despertar, como casi todas las mañanas fui al servicio, pero cuando me miré en el espejo, al lavarme los dientes, sólo podía ver el cepillo de dientes flotando en el aire. Tras el sobresalto, descubrí que en el espejo solo se veía mi ropa. Bastante asustado, fui a despertar a mi novia, pero ella tampoco me veía. Podía oírme e incluso tocarme, pero no podía verme. Entonces decidí, ya que era veranito y hacía bastante calor, quitarme la ropa para que nadie pudiera verme. Me acerqué muy poquito a poco a mi gato por la espalda y cuando menos se lo esperaba, le di tal susto, que se le puso el rabo como un plumero. El pobre Foter, me podía oler, pero no me veía.
Lo que más ilusión me hizo es poder salir sin tener que afeitarme. A continuación se me ocurrió irme a dar una vuelta con el coche. Puse la música a toda hostia y me di una vueltecilla por las calles más céntricas. Os podréis imaginar las caras de la gente al ver pasar al “coche fantástico” y al escuchar a “kit” hablando. Unos minutos más tarde me encuentro un control de nuestra policía local, escondidos como siempre tras una esquina. Uno de ellos me dio el alto en plan vacilón, pero la cara se le cambió al ver que nadie conducía el vehículo. Tras aparcar el coche, procedí a darles mi documentación y la de mi coche explicándoles al mismo tiempo que esa mañana, me había despertado invisible. El más chulillo de ellos pretendió multarme por ser invisible, pero afortunadamente, la invisibilidad, no está contemplada en el código penal como delito o falta con motivo de sanción. Decía que si por avería o por alguna otra cuestión tuviera que salir de vehículo en plena carretera, la gente no me vería y podría causar un accidente. Yo le respondí que para eso tenía mi chaleco reflectante correctamente homologado al igual que mi triangulo de señalización.
Afortunadamente, me dejaron ir, eso sí, con una cara de mala hostia que no veas. Me disponía a montarme en mi coche para continuar mi vueltecita, cuando uno de ellos me dio el alto: ¡Que va usted en pelotas!
¡Mierda!, al final me multó por escándalo público.

Juan Carlos