
Como unas cuantas líneas pueden cambiarte la vida...
Imaginad que recibís una carta que revela un misterio, una carta de una amistad perdida, una carta con buenas o tremendas noticias...
Este podría ser el comienzo de vuestro relato:
Tenía el corazón en la garganta: no había recibido nunca una carta similar.
Actividad adaptada de http://lapiedraenelestatanque.blogspot.com/
Como todos los días, mi querido Martín Almodóvar antes de entrar en casa, abrió el buzón de correos para recoger las cartas recibidas. Entre toda la propaganda, facturas y papelorio inútil que se encuentra en un buzón, había una carta dirigida a la atención de las hermanas Turpin. Era de una tal Olivia Menta. Martín levantó una ceja y yo la otra. Ni idea. No recordaba a nadie con ese nombre. Con cierta curiosidad, abrí el sobre. Me sorprendió su delicada y perfecta caligrafía, casi infantil. Recordé las aburridas e interminables horas que pasaba en la escuela, rellenando aquellos horribles Cuadernos Rubio que tanto le gustaban a la señorita Martirio. La carta era breve. Ocupaba apenas una cuartilla y encandilada como estaba con si visión, la voz de Martín me rescató de mi embelesamiento. Me preguntaba por el contenido de la carta y articulé una disculpa, explicando que había tenido un secuestro emocional con la señorita Martirio. ¿Señorita Martirio? La cara de Martín era de Violetasetevalaolla... Por fin, me decidí a sentarme en el sofá y juntos iniciamos la lectura de la carta: 7 de Abril 2008 Estimadas Violeta, Gardenia y Loto Turpin: Espero que al recibo de esta carta os encontréis con buena salud, yo a Dios Gracias, me encuentro bien, aunque no sé por cuanto tiempo, dada mi avanzada edad. Imagino la extrañeza que os provocará el contenido de esta carta. Soy Olivia Menta, amiga y camarada de vuestra abuela Violeta Arbós. Ambas militábamos en el colectivo AUM. Antes de morir, Violeta me eligió como depositaria de su testamento. Vosotras sois las únicas beneficiarias. Para haceros entrega del legado de vuestra abuela, os propongo una reunión en la sede del AUM. Para preservar el anonimato de este colectivo, os ruego que os pongáis en contacto conmigo a través de este teléfono 765346512 y podremos concertar una cita. Espero, emocionada, vuestra llamada. Se despide con cariño, Olivia Menta A cuadros, me quedé a cuadros ¿La abuela Violeta? ¿Militante? ¿Camarada? ¿AUM?. Alucinante. Estaba desconcertada. Decidí llamar a mis hermanas. Rita
Hace ya muchos años, recibí una bonita carta que hoy todavía recuerdo. Para mí fue algo grandioso y bonito porque era la primera carta que recibía y al mismo tiempo, era de amor.
Mis padres conocían a una familia que tenía varios hijos. Yo me relacionaba con todos. Uno de ello se fue al ser el servicio militar y cuando vino de permiso fue a visitarnos. Nos saludamos y vi que tenía muchas ganas de hablarme. Me dijo que me había escrito una carta. Le contesté que no había recibido nada. Él me respondió que no la había mandado porque pronto iba a venir a vernos pero que lo haría.
Yo no puse ningún interés en este comentario, pero una tarde mi madre me dijo que había una carta para mí. Cual fue mi sorpresa al comprobar que me la había mandado Antonio, que así se llamaba ese chico.
La verdad estaba nerviosa y al mismo tiempo intrigada pues pensaba que era un rollo que este chico se había montado conmigo.
Cuando abrí la carta y empecé a leer no creía lo que me estaba pasando. Este chico me estaba sugiriendo una relación pues me decía en ella muchas cosas. Todavía hoy recuerdo las poesías que me escribió:
Si me quieres escribir,
ya sabes mi paradero,
en las montañas de África,
sin tabaco y sin dinero.
Como las olas del mar,
se estrellan sobre las roca,
igual me estrellaría yo,
por darte un beso en la boca.
Después de leer esto, yo no atinaba a seguir leyendo pues creo que me puse mas roja que un tomate, al mismo tiempo veía las letras unas encima de las otras. Nunca pensé que Antonio se hubiera fijado en mi. Yo pensaba que era otro hermano, el que iba detrás de mi pero nunca pensé que también éste.
Cuando yo lo conocí tenía novia y más tarde me enteré que se peleó con ella, pero a mí ni fu ni fa.
Conmigo era simpático y es verdad que me hablaba mucho, pues siempre me ha gustado la cocina y el era cocinero en un hotel de la costa, pero no pensé que el sintiera nada por mí, porque yo siempre he estado liada con mis libros y mis cosas y no pensaba en nada de chicos.
Lo curioso de la carta fue el final, decía:
Espero recibir noticias tuyas, se despide de ti hoy un amigo, mañana no sé... Antonio.
Como habréis pensado, yo no le contesté pero un día que iba para clase de inglés, me lo encontré y nos saludamos. Me quiso acompañar a clase pero le dije que yo sabía el camino. La verdad es que estaba nerviosísima, seguro que estaba hecha un flan, insistió y me acompañó. Esa hora, ni inglés ni nada, pues me dijo que me esperaría al salir y cuando lo hice, allí estaba para recogerme.
Esos minutos fueron interminables pues con lo corta que yo era y con lo que me escribió, yo me lo esperaba todo, como así fue. Me dijo que me escribió y que no había tenido respuesta, yo le dije que no había tenido tiempo. Se rió y por el camino se fue declarando.
Hoy día, después de tantos años y de haber sido su novia durante 14 meses, 7 meses por carta y 7 meses después de venir, lo recuerdo con cariño y añoranza. Pero como siempre he dicho, la distancia no es buena en una relación. Decidí hablar con él y lo dejamos. Hoy día seguimos manteniendo una buena amistad.
Pero como habréis visto a pesar de los años no se olvida una bonita y grata carta.
Charo
LA DAMA BLANCA
Era un día como tantos otros, al llegar a casa con la misma rutina de siempre, abrí el buzón para recoger mi correo, dirigí mi mirada al fondo del mismo localizando enseguida un pergamino, escrito inusual en estos tiempos. Cuidadosamente enrollado, de color vainilla y del tamaño de una cartulina, cerrado por un sello de lacre, que detonó en mi una señal de alerta de que algo extraño contenía. Taquicárdica rasgué por la parte del sello con premura y nada más desenvolverlo pude contemplar un hermoso pliego decorado en policromías y doradas letras. En el centro había un dibujo en miniatura en donde se apreciaba una hermosa torre mirador terminada en silla, decorada con motivos vegetales y aspas en colores almagra y blanco, de tradición mudéjar y barroca, rápidamente identifiqué la torre mirador de la casa Palacio Marqués de Arizón, el corazón comenzó a latir con más rapidez de lo habitual. Intenté concentrarme sin mucho éxito, parecía que estaba entrando en un sueño que me transportaba como si de un viaje sideral se tratase al S.XVII. Nuevamente volví al manuscrito ilustrado que mantenía entre mis temblorosas y asombradas manos. Mis ojos discurrían por todas los motivos vegetales púrpuras y azules que iluminaban sus bordes, con esfuerzo llegué a la letra capital y comencé emocionada su lectura- Nadie descansará en el Complejo Residencial Casa de Arizón- Firmado La Dama Blanca. Velozmente evoqué la historia del procesamiento de Diego de Arizón por haber asesinado a su esposa (1736) la sanluqueña margarita Serguera (que según la leyenda fue emparedada en esta casa), y a su mayordomo Juan Peix, por motivos de adulterio, ingresado en el castillo San Sebastián de Cádiz , aún hoy existe la creencia de la aparición del espíritu de la esposa asesinada, la Dama Blanca que deambula por la Casa de Arizón durante las noches de luna llena. Poco a poco y con mucho esfuerzo retorné a mi realidad. Mi primer pensamiento voló a mis camaradas del Aula Gerión, desde la que hemos batallado por la conservación y defensa del Patrimonio, siendo la casa Arizón el inmueble en el que hemos dejado la mayor parte de nuestra energía para evitar que un Bien de Interés Cultural se convierta en un Complejo Residencial. La Justicia por lenta se acercó a la injusticia dejándolo destruir sin castigar a los que no les tembló el pulso al firmar la licencia. Lo que comenzó entre la sin razón y el vandalismo levantó polvareda que puso a trabajar a la Dama Blanca. http://www.gerionsanlucar.com/Arizon_Historia_Arte.htm Esperanza
Tenía el corazón en la garganta, nunca había recibido una carta así. La firma era de un hombre, su nombre para mí era desconocido. Su vocabulario era correcto y sencillo. Su mensaje fue lo que me dejó helada. Este hombre me relataba en su carta casi toda su vida, yo la leía como si se tratase de una novela. La verdad, pensé, no había tenido una vida fácil, ni mucho menos. No entendía nada, al tiempo que seguía leyendo no salía de mi asombro. Me hablaba de una dura enfermedad que padecía, que no tenía demasiado tiempo y que había decidido dejarme toda su fortuna y sus propiedades a mí. Todavía lo entendía menos. Seguía relatando una historia de amor de su juventud, con una chica, que se llamaba igual que mi madre ya fallecida. Me contaba que fue un amor verdadero y el único amor de su vida. Como ella un día le dijo que estaba embarazada y como sus padres le prohibieron casarse con ella. El sintió miedo y dejó de verla, aunque siempre estuvo informado de toda su vida. Me decía en la carta que yo era su hija, y conociendo que mi madre ya no estaba conmigo y que jamás se casaron ninguno de los dos, se sentía en deuda conmigo y por eso me hacía única heredera de todo cuando él muriese, algo que cada vez veía más cercano. No salía de mi asombro, mi intención inmediata fue localizar a este señor por la dirección de la carta y tener aún la posibilidad de conocerle y brindarle mi ayuda como hija suya que era, siempre había echado de menos a un padre...
Carmen
Era unos de esos días de lluvia, como siempre Maria, se quedó mirando por la ventana y se acordó de aquella cartas de su amado. De esas cartas han pasado mas de veinticinco años. Antes no existía tantos medios de comunicación ni ordenadores, ni teléfonos móviles, etc... pero si el correo: "las cartas". Por aquel entonces se estaban conociendo, pero ya se habían enamorado y ese era su medio para comunicarse. Maria abrió el cajón de la cómoda y buscó sus cartas, por el paso del tiempo estaban amarillentas y seguían atadas con su lazo rosa . Se puso a leerlas y recordó todo lo que se amaban, esas frases graciosas que decían: "corre, corre cartero que es para mi novia la que mas quiero". De repente salió el sol y a María se le había alegrado la cara. Ya han pasado veinticinco años de aquella maravillosa relación , tenemos dos hijos estupendos, y como dice el refrán: "HOY TE QUIERO MAS QUE AYER PERO MENOS QUE MAÑANA".
Antonia
La carta,esa carta que nunca llegaba y que siempre esperé. Esa carta en la cuál solo quería ver “perdóname”, solo con esa palabra hubiera descansado mentalmente después de veinte años, veinte años de recuerdos maravillosos, veinte años de recordar como me decía que nunca estaría sola, que si hacía falta me daría hasta la Luna. Y por supuesto que sin mí no tenía vida y cuando no estaba conmigo le faltaba el aire (os suena) todo palabrería; pero yo lo creí todo y por eso mi vida no era feliz porque me dejó. Era, he dicho era, y todo porque esa carta ha llegado . Si llegó el pasado jueves y fue tal mi ansiedad que hasta pasados dos días no pude abrirla. Ese día me senté en mi sofá preferido, bajé un poco las persianas y me dije “por fin. Cuando la abrí no vi la dichosa palabra, solo leía lo desgraciado que era y que nunca ,nunca ,nunca tenía que haberse portado tan mal conmigo. Que no le iba bien en su matrimonio, que no le iba bien en sus negocios ,que sus hijos le habían dado la espalda y se habían posicionado con su madre. En fin leía,leía y leía y cada vez estaba más contenta y feliz como hacía años y cuando al fin leí que me ponía su numero de teléfono para volver a reencontrarnos, sentí tal euforia que corrí por el móvil y lo llamé. Le dije no sabéis lo que le dije. Lo que durante 20 años tuve guardado y más. Me sentí relajada por primera vez en mucho tiempo y feliz muy feliz por haberme dado cuenta que nunca me mereció y que aunque he perdido veinte años pensando en alguien que era una fantasía, tengo muchos más para ser feliz con mi actual compañero.
Paqui
Tenía el corazón en la garganta cuando me puse a leer la carta recibida de una desconocida. Me decía que seguramente ella era mi madre biológica. Me quedé perpleja al leer esto, no entendía nada ,ya que yo no tuve nunca noticias de que fuera adoptada. En la carta me relataba que el 13 de abril de 1962, ella fue a dar a luz al hospital La Fe de Valencia. El parto fue bien, pero le comunicaron que el bebé había muerto nada más nacer. Me decía que siempre vio esta circunstancia muy rara, ya que, no le dejaron ni siquiera ver al bebé, lo único que le dijeron que era una niña. Siempre tuvo el presentimiento de que su niña no estaba muerta. Me contaba que llegó a sus oídos que se habían dado casos de niños vendidos en ese hospital, engañando a sus padres. Ella se vio reflejada en esta situación y desde ese preciso momento, empezó a indagar y sorprendentemente, su hija fue una de esas niñas vendidas. Yo no podía creer lo que leía, pero tenia que seguir. Ella me pedía que nos viésemos y que me hiciera las pruebas de ADN, ya que posiblemente yo era su hija. Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti.
Mari
Aquella tarde tomaba el sol plácidamente, como todas las tardes al fin y al cabo, pero esa tarde el sol y la temperatura eran perfectos y el mar estaba tremendamente tranquilo. Me estaba quedando dormido con ese sopor que te da el sol en la cara, cuando vi llegar a la orilla una botella que por su diseño y color se me antojó bastante antigua, me gustó y decidí que me la quedaría. Fui a la orilla y ¡uf! ¡que fría estaba el agua! Agarré la botella y no podía creer lo que estaba viendo ¡había un papel dentro! De inmediato saqué ese papel y me di cuenta de que era una especie de carta o manuscrito fechado en CÁDIZ a 1 de Noviembre de 1755. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, esa fecha me era familiar, empecé a leer aquellos papeles: “Hoy a las 10 de la mañana el suelo de Cádiz ha empezado a temblar, no ha durado mucho tiempo pero ha sido una eternidad para los gaditanos, lo peor ha llegado a los pocos minutos cuando la ciudad ha empezado a ser inundada por el mar. La gente corre aterrada sin saber a donde ir. El mar lo destruye todo a su paso y nosotros nos refugiamos en la iglesia de la Palma, en el barrio de la Viña, donde el párroco y su ayudante nos prestan ayuda.” Dejo de leer, estoy muy nervioso, siento la angustia de esa pobre gente dentro de mí, respiro hondo y continuo leyendo: “Salimos a la calle el párroco y yo, solo vemos desolación y gaditanos llorando y huyendo, entonces el párroco y su ayudante corren hacia la capilla y yo empiezo a escribir esta carta. Quiero dejar testimonio de lo ocurrido, porque pienso que vamos a morir. En ese momento salen el párroco y su ayudante con el estandarte de La Virgen de la Palma, corren a la calle y cuando el agua se acerca a la iglesia destruyéndolo todo, clavan el estandarte en el suelo y encomendándose a la virgen gritan. “ HASTA AQUÍ, MADRE MIA y de repente las aguas empiezan a retroceder. Yo meto esta carta en una botella que ha aparecido arrastrada por las aguas y la lanzaré lejos esperando que alguien logre leerla algún día y sepa que ha pasado en Cádiz, y hago esto porque aunque he visto retroceder el agua sigo pensando que vamos a morir, adiós. Firmado JOSÉ SOLÍS ¡Dios mio! el corazón me ha dado un vuelco ¡no puede ser!. Mi abuelo me contó muchas veces como su padre le contó que su padre le contó, que un día salió de Cádiz asustado y sin saber como, porque el día 1 de Noviembre de 1755 pasó algo que no quería recordar, pero que todo estaba escrito y algún día seria leído. ¡Perdón! aún no me he presentado, me llamo JOSÉ ANTONIO FAJARDO SOLÍS
José Antonio
Era viernes, ¡por fin!, llegué a casa cansada después de una agotadora semana de carreras y estrés. Introduje apresuradamente la llave en la cerradura del portal y caminé hasta la altura de los buzones, automáticamente y como habitualmente hacía recogí la correspondencia y dentro del ascensor le eché apáticamente una rápida hojeada. Publicidad, facturas, y....un sobre con un remitente desconocido. -Se habrán equivocado, pensé. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando en su reverso figuraban mis datos como destinataria totalmente correctos. Casi rompí la carta que contenía su interior, me detuve en el descansillo de la puerta de casa y leí con avidez extrema: ¡Querida hija!: No sabes cuánto me ha costado decidirme a escribirte y contarte la verdad que me ha estado consumiendo durante todos estos años. Yo apenas era una chiquilla cuando quedé embarazada, no supe qué hacer, mi familia me repudió, ¡eran otros tiempos llenos de prejuicios y tabúes!; al principio quise abortar pero al sentir tu calor dentro de mi vientre no pude y resolví darte en adopción. Nunca me lo he perdonado y no se si tú serás capaz de hacerlo conmigo algún día. Desde que te separaron de mis brazos para entregarte a una familia desconocida a la que siempre envidié me propuse reencontrarme contigo y poder volver a acariciarte y sentir tu gratificante olor. He dedicado mi vida a buscarte y por fin te encuentro. Siento miedo, mucho miedo de que no quieras conocerme ni saber nada de mí, pero si es así lo entenderé, respetaré tu opción y me seguiré manteniendo en el extrarradio de tu vida. Aquí, tus tres hermanos y yo anhelamos verte y mostrarte nuestros sentimientos latentes durante todo este tiempo. Te adjunto mi email y mis teléfonos de contacto, la decisión es sólo tuya. Te quiere, tu madre: Julia. Las piernas me temblaban, difícilmente me sostenían en pie, no podía dar crédito a lo que acababa de leer, aunque siempre lo había sospechado; esas conversaciones furtivas entre mayores, cuando yo no era más que una cría, interrumpidas por un silencio mudo al verme llegar, los rumores y habladurías de mis compañeros del colegio, las preguntas sin respuesta de los padres que me criaron y se desvivieron por mí , ¡todo!, ¡cómo pude estar tan ciega y negarme la verdad una y otra vez!. Mi vida se había derrumbado en cuestión de segundos, necesitaba tranquilizarme, pensar calmadamente y tomar una decisión que para siempre habría de cambiar el rumbo de mi existencia.
Ana
-¡Mary, Mary!
-Sí, Jean.
-Ha llegado una carta para ti. Supongo que es la que estabas esperando.
Por fin, dije para mis adentros. Bajé, le di las gracias a Jean y me precipité hacia mi casa.
Dos años hacia que la esperaba, pero si algo me quedaba era paciencia. Me costaba abrirla, ¡después de tanto tiempo !. Con meticulosidad cogí el abrecartas y encontré el papel ansiado. Cómo no, una hoja nada cuidada, maloliente, pero eso sí, escrita como él sabía que debía hacerlo. No se había olvidado de mí. Pasé mis dedos sobre el papel una y otra vez. Leí su contenido y según tocaba con mis yemas el texto todo volvía a mi memoria. Su cara satisfecha ante el dolor ajeno, su olor a puro, sus deseos de violar la candidez, la esperanza. Su regocijo ante el terror de personas desvalidas. Pero a mí ya no me quedaba ni siquiera miedo.
Hacía tiempo que había llegado a París buscando, a ese hombre, a ese despiadado torturador para poder curar mis horrores. Mi historia llegaba a su fin. Pero mientras, me relamía las heridas, no las físicas que eran evidentes y provocadas por su inagotable maldad, sino las del alma, aunque ya no creía tenerla.
Puse un mensaje en Le Monde, que repetiría los 14 de cada mes durante estos últimos años, mensaje que sólo él podría entender si es que lo leía. Y tardó en contestar. Pero lo conocía y sabía que su arrogancia y su estar por encima del bien y del mal le harían responder. Y aquí estaba su carta. Lo citaba siempre en el mismo velador en le Voie George Pompidou cerca del Sena, un lugar concurrido. Sabía que me habría estado observando hasta dar el paso y hasta a eso, a sentirme espiada por él, me hacía crecer. No lo veía, pero intuía su olor. Y por fin este 15 de diciembre me retaba a encontrarnos.
El día era desapacible, sentada bajo los toldos del café junto a una de esas estufas de exterior, lo oí llegar.
-Pensé que estarías muerta. Resonó una voz dura y heladora.
Por un momento un frío indescriptible me recorrió el cuerpo entero, ¡hacia tanto que no tenía esa sensación de terror!
Rápidamente me sobrepuse, no podía tenerme de nuevo a su merced.
- ¿Qué hay Her coronel?
-Veo que vienes acompañada de un perro, ¿quién es, tu guardaespaldas tal vez?
No contesté. Eso le hizo irritar, siempre había que contestarle. Pero ya no estaba bajo su imperio de terror. Noté como se alteraba, incluso sentí que quería hacerme daño... pero había gente alrededor. Se frenó y entró en materia.
- Y esos documentos que dices tener y que podrían desvelar mi verdadera identidad.
Tras una pausa ensayada le dije que ahora era yo la que tenía el poder, que debía esperar. Lo notaba furioso.
- Demos un paseo y todo concluirá, le dije.
Con Bruno, mi perro fiel y amigo, me levanté y me siguió. Cerca, muy cerca del Sena fuimos caminando. Llegamos a un lugar intransitado que conocía bien y allí sin mediar palabra me abalancé sobre él. Caímos al río, la corriente era fuerte. Sacando fuerzas, lo hundí bajo el agua. Nos hundimos los dos. Sentí cómo iba faltándole el aire y aunque intentaba zafarse de mí, yo me había preparado para aquel momento. Demasiados días acrecentando mi odio hacia aquel hombre que me había quitado todo excepto mis deseos de venganza.
Lo hundí y se ahogó, me dejaba morir cuando noté a Bruno sacándome del agua con la ayuda de gente que pasaba por allí. En la semiinconsciencia en que me hallaba oí:
-Han caído al agua, el hombre ha muerto, pero parece que la mujer vive. Sacadla, cuidado es ciega y no puede aferrarse a nada.
Desde lo más profundo de mí, la vida volvía a mi cuerpo. Me abracé a mi perro y después de tantos años me sentí liberada.
Pocos días después en Le Monde publicaban la noticia que Jean me leía con complicidad.
“En un trágico accidente muere un hombre en el Sena. Aparecen en la ribera unos documentos que lo identifican como un antiguo coronel alemán de la SS ".
A partir de ese momento Jean, Bruno y yo emprendimos una vida esperanzadora.
Mercedes
1 comentario:
Bienvenidos compañeros.
Me gustan vuestros relatos, espero seguir disfrutando con ellos.
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