lunes, 21 de febrero de 2011

Tatuaje


Él vino en un barco, de nombre extranjero
lo encontré el puerto un anochecer,
cuando el blanco faro sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.

Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga, había la tristeza
doliente y cansada del acordeón.

Y ante dos copas de aguardiente
sobre el manchado mostrador,
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor.

Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer,
es el recuerdo de un pasado
que nunca más ha de volver.

Ella me quiso y me ha olvidado,
en cambio, yo, no la olvidé
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer.

Él se fue una tarde, con rumbo ignorado,
en el mismo barco que la conoció
pero entre sus labios, se dejó olvidado,
el beso de amante, que la enveneno.

Errante lo busca por todos los puertos,
a los marineros pregunta por él,
y nadie le dice, si esta vivo o muerto
y sigue en su duda buscándolo fiel.

Y va sangrando lentamente
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga su dolor.

Mira su nombre tatuado
en la caricia de mi piel,
a fuego lento lo he marcado
y para siempre iré con él.

Quizá ya tú, me has olvidado
en cambio, yo, no té olvidé,
y hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.

¿Qué tal si contáis la historia del marinero alto y rubio como la cerveza?

Kemen, era uno de esos típicos Escandinavos esbelto, de piel clara, curtida por el frío de esos lares, cabello rubio y ojos claros que encandilaba a toda falda viviente.

Nació un 8 de Junio del 65, en el seno de una familia pudiente, bien situada en el escalafón social y repleta de convencionalismos sociales.

Tan entrante jovenzuelo creció rodeado de los mimos, caricias y consentimientos de su madre y hermanas. Él era el único descendiente varón y esa pesada carga le acompañaría durante el resto de sus días.

Desde pequeño mostró una gran habilidad en los estudios, era listo y vivaracho. Sus padres costearon una educación elitista en los mejores colegios privados del país y así fue que el rubicundo muchacho se licenció en Derecho y comenzó a ejercer en un prestigioso bufete de abogados.

Sus éxitos profesionales corrieron como polvorilla por todo el país y desde cualquiera de sus rincones le llegaban complicados casos que ganaba mayoritariamente. Fue laureado con numerosos premios y distinciones; su vida profesional relucía como su pelo pero su vida personal y amorosa era opaca y pobre.

Su madre había planeado para su criatura una boda de alta alcurnia con una chica un poco tonta y regordeta de la alta aristocracia. Un enlace de conveniencia que convenía a todos menos a él. Esta situación le irritaba y desconcertaba pero todas sus habilidades como magistrado le servían de bien poco ante las marañas amorosas que ambas tejían a sus espaldas.

Sin embargo su suerte estaba a punto de cambiar, en uno de tantos viajes de negocios que solía realizar, en una luminosa y ligera mañana de Mayo, sobre la popa de aquel barco conoció a una chica pecosa y charlatana que le obnubiló. A partir de ahí todo sucedió muy rápidamente, al cabo de un mes compartían cama y confidencias . Se hicieron tatuar sus nombres para perpetuar su amor que acabó por romperse de forma precipitada.

Ya se sabe; ella era muy joven, él le propuso matrimonio y no estaba preparada aún para ello. Quedó hecho añicos, no tenía consuelo, la depresión y el alcohol le absorbieron. Tras la separación no quedó nada de aquel chico apuesto y guapo, vagaba errante de bar en bar, mascullando apenas, entre dientes, su fatídica historia de amor. Voceaba, a cuatro vientos, que no podía olvidarla ni quitársela de la cabeza y que siempre la estaría esperando.

Pero los días corren, las heridas sanan con el tiempo y Kemen comenzó a sentir nuevamente mariposas en el estómago, en el lecho de su socio en la empresa, renació el amor y sus ganas de sentir gozando con los juegos amorosos que su pareja le proponía.

Hoy día viven felices ajenos a las habladurías y las malas lenguas ociosas llenas de prejuicios y malintenciones.


Ana

El no llegó en ningún barco, ni era extranjero y mucho menos tenía tatuajes. Sí, era un chico de veintiún años muy apuesto, rubio de piel blanca, cabellos rizados y con unos ojos tan azules como el mar.
No fue un amor a primera vista por mi parte. Yo ya le había conocido meses atrás, pero no paso nada, ni siquiera tuvimos una conversión. El era muy tímido y reservado y yo tanto de lo mismo.
Yo había estado el verano pasado con mi hermana de vacaciones en casa de unos tíos, en Bilbao.

Él vivía allí con sus padres y sus dos hermanos. Fue muy curioso, porque era vecino de mis tíos y nos veíamos casi a diario, sin decirnos nada. En cambio mi hermana y Miguel, su hermano si estuvieron tonteando, eran dos adolescentes de dieciséis años y después de que ya habíamos regresado a casa siguieron escribiéndose algunos meses, pero sin llegar a nada y al final lo dejaron por la distancia y supongo que también por la edad.
Como decía nos veíamos todos los días sin cruzar palabra, yo salia con mis amigas que hice allí y él con los suyos. Así pasaron los dos meses que estuvimos con mis tíos. Llego el día de volver y vi como lloraba mi hermana al despedirse de Miguel y él también por ella, a mi eso me hacia mucha gracia, claro que yo no estaba enamorada.
Pasaron los meses y un día precioso de Abril que me encontraba sentada en la puerta de mi casa, llego él. Me quedé un poco sorprendida al verle frente a mí, al pronto no lo reconocí , pues llevaba el pelo muy corto. Vestía vaquero ajustado y un polo azul celeste que le quedaba divino. ¡Que guapo le vi!, ¿cómo no me había fijado antes?, me pregunté. Se quedó mudo al verme y muy cortado, nos saludamos y hablamos del tiempo que es lo normal cuando no sabes que decir y estas en una situación incómoda
Le había tocado hacer el servicio militar en Algeciras, mi tía le dio mi dirección y vino ha verme.

Él si que se había fijado en mí allí en Bilbao, aunque nunca me lo dijo, me enteré al cabo de los años por su madre.
Yo, por aquel entonces salía con un chico que era de Barbate y estaba aquí en La Línea de maestro, pero cuando terminó el curso lo mandaron a otro lugar destinado y dejamos de vernos para siempre.
Le dieron permiso en el cuartel, porque ganó una copa en una competición de atletismo en Sevilla y se fue a su casa. No volvimos a vernos en todo el verano, pensaba que yo seguía saliendo con el chico de Barbate.

En Septiembre se incorporó de nuevo al servicio militar y algunos fines de semana venía a mi casa y salía con mi hermano y sus amigos. Así hasta que por fin un día frío de Noviembre que yo también salí con ellos me apartó del grupo y me dijo: ¿ Quieres salir conmigo?, yo me hice la sorprendida y le dije que ya lo pensaría y digo que me hice la sorprendida porque yo ya sabía que le gustaba, porque él no sabia disimularlo y además se lo confesó a mi hermana y ella me lo dijo. En realidad todos sabían sus sentimientos hacia mí y me gastaban bromas con esto.
Le dije que lo pensaría para hacerme la interesante porque a mi también me gustaba y lo estaba deseando. A la semana siguiente le contesté que sí, quería ser su novia pero que no me marcharían a vivir a Bilbao, a lo que me contestó que él estaría donde yo estuviera. Nos dimos un apasionado beso. Cuando se licenció volvió a su casa por sus cosas y buscó trabajo aquí. A los dos años nos casamos. Tenemos tres hijos y un nieto.
Ya han pasado treinta años y seguimos juntos y esperamos seguir muchos años más.

Pepa

Estaba paseando con mi padre una tarde cuando pasó por nuestro lado un señor alto y rubio como la cerveza que se acercó a mi padre y le saludóo. Preguntó por la familia y mi padre le correspondió preguntándole que como le iba, y este le respondió, que iba como siempre, como un barco a la deriva. Mi padre le animó y quedaron para tomar un café.

Yo le comenté a mi padre, que con sus años, este hombre se veía que había sido bastante atractivo y que habrían tenido a las mujeres a sus pies, pero que veía en su rostro una tristeza inmensa. Mi padre tristemente me lo aseguró. Pero afirmó que la vida no le había tratado nada bien y que la causa de su mal estaba en un amor imposible y por ello seguía sin tomar tierra firme.

Nos sentamos en un banco y le propuse que me hablara de la vida de este hombre.

Rafael, que así se llamaba este señor, era de un pueblecito de pescadores. Se había criado sin madre porque ésta, al nacer él, había muerto. Su padre que era pescador, lo dejaba con su hermana. Ésta al tener muchos hijos y pocos recursos, apenas estaba pendiente de él.

Su vida transcurrió en la calle sin cariño de nadie. Su padre murió cuándo él era todavía un niño, un azote de mar se lo llevó cuando iba embarcado y nadie más supo de él.

Rafael por lo tanto tubo que espabilar y empezó a embarcarse como su padre. Iba de puerto en puerto pues no había nadie que le esperara, por lo tanto su vida era la mar.

Una de las veces que desembarcó, conoció a una chica de la cual se enamoró locamente y ésta de él. Su noviazgo, lo llevaron en secreto hasta que el padre de ella se enteró y le prohibió verle.

Una de las veces que Rafael embarcó, el padre decidió partir este noviazgo y marchó con la familia a otro pueblo lejos de donde ellos se conocieron.

Cuando Rafael regresó, la buscó, preguntó por su paradero pero nadie sabía nada de ella. Su búsqueda fue imposible y con sus recursos poco más pudo hacer. Cansado de la búsqueda y con el corazón roto, lo único que le quedó fue tatuarse un corazón con el nombre de ella. Se dio a la bebida y su vida calló en picado.

Lo curioso de esto, me comentó mi padre, que la chica volvió y buscó a Rafael pero como éste iba de puerto en puerto nunca dio con él.

Pasados algunos años la chica se casó con un novio concertado por su padre. Éste le dio mala vida hasta que ella murió de una paliza.

Cuando Rafael regresó y se enteró de lo ocurrido, cogió al marido y lo mató. A Rafael lo metieron en la cárcel y después de cumplir la condena salió. Su vida cambió, pero hoy sigue todavía pensando en ella, y su nombre sigue tatuado en su cuerpo y en su corazón .

Esta historia me dejó muy marcada por eso hoy día cuando veo un corazón tatuado recuerdo esta historia y no dejo de pensar en los destinos de las personas.

Charo


Él vino como un sueño.

Lo encontré en un baile y yo me acerqué a él, me pareció divertido, tímido y tierno a la vez.

Compartimos sonrisas y un poco de piel, en la despedida pidió venir conmigo y yo lo rechacé. A día siguiente , entre tímidas miradas, escribió mi dirección en una caja de vino que llevó con él.

Pasaron años y entre correo y correo supe de él. Una mañana al abrir mi correo encontré una invitación, no se cómo ni por qué tecleando, tecleando di con él.

Comenzaron interminables charlas que alegraron nuestros corazones abriéndolos de par en par sin ninguna precaución.

Una tarde en mi correo recibí un poema en el que abría su corazón, tiró del mío

dejándome en un mar de confusiones.

Yo estaba casada y decidí ser leal con él, le envié una carta, la respuesta llegó pronto, contaba algo parecido también. El miedo atrapó mi cuerpo de mujer, quise retirarme pero sin embargo avancé.

A partir de aquel momento luchamos mano a mano para deshacer resistencias. Con el paso del tiempo fuimos libres comenzando una profunda relación amable, decidida, plagada de emociones, abrazos y mucha piel.

Posiblemente nos precipitamos, aparecieron huellas de nuestro pasado mal cerrado, desbordando nuestros sentimientos hacia un larga, fría y dolorosa lejanía .


Esperanza


Llegué aquel verano a O Grove, un pueblecito pesquero gallego. Fue un verano extraño, pues decidí irme sola algo no habitual en mí, pero era lo que necesitaba. Me alojé en una casa rural con un encanto especial frente al mar Atlántico. Aunque era agosto, el tiempo era lluvioso y fresco, pero no me importaba, casi lo agradecía. Decidí conocer la zona más próxima. Así todas las mañanas después de desayunar daba largos paseos por sus playas. En uno de esos paseos la conocí. Era una anciana arrugada por la vida y el duro trabajo. María su nombre, sus ojos azules y tristes lo decían todo. Aunque nos vimos varias veces por el pueblo, a ella parecía no interesarle aquella extraña que la miraba cada vez con más curiosidad. Hasta que un día para mi sorpresa se dirigió a mí y en ese acento tan agradable suyo se presentó y me comentó que yo también había llamado su atención. Así de la forma más natural del mundo María y yo nos estuvimos viendo casi a diario y desgranamos nuestras vidas. La suya interesante y dolorosa. De joven era una de las mejores mariscadoras de la zona y de las más hermosas, mujer fuerte y distante, con muchos pretendientes a los que rechazaba una y otra vez. Hasta que un día conoció a un guapo y rubio marinero venido de los mares del norte. Aquel hombre con el que casi no se entendía la enamoró y ella a él. Ambos se amaron con la fuerza del mar que los unía durante muchos días, tanto que él se tatuó el nombre de ella en su brazo, prometiéndole regresar a por ella en su próximo viaje. Ella lo esperó meses y meses. Iba al puerto cada vez que llegaba un barco extranjero, pero él no llegó. Preguntaba a los marineros de la zona pero nadie sabía nada de él. Pasaron dos años, no podía creer lo que todos le decían, que él la había olvidado y con ese convencimiento y con la seguridad de su amor descubrió lo que todos menos ella sabían, su amor había sido asesinado por uno de esos marineros que la pretendían.
Incrédula ante aquel fortuito descubrimiento, decidió saber la verdad viendo a aquel hombre que le había arrebatado lo que más quería. El se rió y le contó que así había sido, intentó besarla, acariciarla y entre forcejeos ella lo empujó y él cayó al mar desde un acantilado, nadie supo más de ese hombre y en el fondo ella se sintió bien. Hubo un gran silencio entre ambas y una gran calma y paz en su rostro, por primera vez unas lágrimas recorrieron sus mejillas y también las mías.
Todo estaba como debía. A los pocos días María murió plácidamente en su casa. Yo me marché de aquel lugar sin tristeza. Creo que ella en sus últimos días recobró su fuerza y a su marinero.

Mercedes

3 comentarios:

chari dijo...

Me parece que el trabajo que hemos hecho todas del tatuaje se merece un ¡ hurra ! bien fuerte.
Me alegro mucho que Esperanza se haya animado a compartir este bonito y entretenido jobi, que nos pica a todas y nos anima a superarnos cada día un poco más. " Bienvenida a nuestro rinconcito literario ".
Charo.

CEPER "Almadraba" dijo...

Charo tienes razón, cada día disfruto más con vuestras creaciones.
Muchos besos, Rita

Pepa dijo...

Hola Esperanza.
Me agrada que te hayas unido a nosotras, ¡Que bién!, ya somos más y espero que te unas al proxímo café para que nos conoscamos.
Besos, Pepa