
Espiar y contar los que vemos a través de una de las siguientes aberturas. Ya sabéis: las paredes oyen, las paredes ven...
Por el ojo de la cerradura...
Por la rendija de la puerta...
Por la rendija del horno...
Por la ventanilla del cuarto de baño...
Por el hueco del ascensor...
Por un catalejo...
¡Qué cotillas!
Estaba en la playa con mi familia, aprovechando un buen día de verano. Mis hermanos se llevaron la zodiac, pues ellos hacen pesca submarina además de pescar con chambeles.
Estábamos reposando la comida cuando cogí un catalejo y empecé a observar. Había mucha gente bajo las sombrillas y otros tomando el sol. Los niños chapoteaban en el agua, algunos jóvenes jugaban a la pelota. Habían mayores que paseaban por la playa y otros cogían coquinas en la orilla. Otras personas nadaban y otras iban en pequeñas barquitas de plástico.
Seguí mirando la inmensidad del mar. Veía buenos yates y gente haciendo esquí náutico. Pero algo a lo lejos me llamó la atención. Había humo y no vi ningún barco grande que tuviera chimenea. Se lo comenté a uno de mis hermanos y le di el catalejo para que mirara.
Mi hermano se levantó de prisa y gritó:
- ¡Hay fuego en un barco de vela!
Todos se levantaron y miraron. ¡Era cierto! Cogieron la zodiac y la echaron al agua tomando rumbo en dirección al barco. Mientras otro llamaba a la guardia costera desde el móvil dándole la situación donde nos encontrábamos.Mucha gente desde la orilla se dio cuenta y empezó a mirar a lo lejos.Todo el mundo se percató de lo que estaba pasando y esperaban que con la zodiac llegaran a rescatar a los tripulantes del barco.
Cuando llegaron mis hermanos cogieron a la tripulación y como pudieron los metieron en la zodiac y otros se cogieron al borde de ésta.
A lo lejos se vio la patrullera que se acercaba donde estaban ellos y se vio como metían a los tripulantes en el barco.
Mis hermanos llegaron a la orilla y la gente les aplaudían por su gran hazaña. Ellos contaron que se había prendido fuego en el motor del barco y por eso se estaba quemando, al mismo tiempo que se hundía.
Mis hermanos, también sintieron miedo pues la zodiac no era muy grande y no sabían si la guardia costera u otro barco más grande llegarían en su ayuda.Lo importante fue que no hubo ninguna desgracia personal aunque el barco se quemara y se hundiera.
Siempre que voy a la playa y miro a lo lejos me acuerdo de ese día y me alegro de haber mirado por ese catalejo pues gracias a él nada malo pasó.
Chari
Cuando mi hija cumplió tres años entró en el colegio de párvulos: " El Rocio”. Estaba temiendo que llegara ese día pues siempre había estado conmigo y no había convivido con otros niños de su misma edad, sólo con su prima. Yo estaba temerosa.El primer día fue para mí de nervios y para ella de ilusión pues iba ha jugar con otros niños y a conocer cosas nuevas. Ese día solo pensaba en tener un agujerito por donde mirar y ver lo que estaba haciendo y como le iba con los otros niños en clase.Así pasaron los días y lo único que pude hacer es ir a las once, cada mañana y mirar a través de los agujeros que tenia la muralla del colegio. Observaba lo que hacía en esa hora del recreo y así estuve casi tres años y me quedaba más tranquila.
Paqui
Era el aniversario de boda de mi amiga Paqui. Nos invitó a mi novio y a mí a un almuerzo en un restaurante de lujo. Las mujeres tenían que ir con trajes largos y los hombres con traje de chaqueta.
Yo ese día trabajaba y tuve que pedir permiso para salir dos horas antes, así tendría tiempo para ir a la peluquería y arreglarme.
Salí corriendo del trabajo para la peluquería. La peluquera, me hizo un peinado muy bonito y adecuado para el traje que llevaba.
Llegué a mi casa para bañarme y mientras me bañaba, por la ventanilla del cuarto de baño, vi un lindo campo con sus flores blancas y rojas, todas parejas ¡Que bonitas! A lo lejos, una manada de caballos con sus crías de distintos colores corriendo hacia las montañas. Cuando vi ese campo tan bonito, no tenia ganas de salir del cuarto de baño. Por un momento se me olvidó que tenía que ir al almuerzo de mi amiga.
Cuando llegamos al restaurante, antes de entrar le conté a mi amiga lo que vi cuando me estaba bañando. Se quedo sorprendida y alucinada. Me dijo que cualquier día iba ir a mi casa, para bañarsey ver por la ventanilla del cuarto de baño ese campo tan bonito y la manada de caballos con sus crías.
Dejamos de hablar para tomarnos la copita que daban antes de entrar y luego pasamos al comedor.
Estaba todo muy bien organizado, primero pusieron entremeses y luego el menú, estaba todo muy bueno.
Cuando se terminó el almuerzo, nos fuimos para la sala de baile. Nos pusimos a bailar y nos dieron las doce de la noche. Ya estábamos cansadas y nos fuimos.
¡Que bien me lo pase en el aniversario de mi amiga Paqui!
Rosita
No suelo ser muy curiosa, pero reconozco que hay algo que me pierde. Me encanta mirar a través de las rendijas de las puertas que dan acceso a los patios. Tras ellas se esconde un mundo mágico.
Hace poco, paseaba por San Roque y allí estaba esa majestuosa puerta de madera entreabierta. Olvidé qué hacia allí, me fui hacia ella y me puse a curiosear a través de la pequeña abertura.
Podía ver un patio porticado tras un pequeño zaguán. Parecía un espacio tranquilo, sosegado y lleno de innumerables fragancias. Estaba tan absorta que no me di cuenta que empujaba la puerta y se abría un poco más. Su planta era cuadrangular, en el centro una fuentecilla cuyo rumor formaba parte de ese entorno armonioso que creaba el agua, las plantas y sus aromas sensuales.Todo parecía perfectamente colocado. A la derecha dos naranjos desprendían un cálido olor a azahar, tras ellos una buganvilla rosada se iba desparramando de forma delicada sobre una pared blanca. Al lado opuesto una imponente parra creaba la zona sombreada del patio, bajo la cual se hallaba una mesita con cuatro sillas de mimbre alrededor. Todo invitaba a sentarse allí, leer un buen libro y disfrutar de un sabroso café.
En las dos paredes del patio que yo podía ver, además de la buganvilla, colgaban macetas coloreadas de azul añil con geranios, azucenas, claveles, dalias y un sin fin de plantas más que yo no llegaba a reconocer.
Al cabo de no se cuánto tiempo oí la risa de una anciana que desde dentro llevaba, según me dijo, un buen rato llamándome. Cuando reaccioné María, que así se llama, me invitó a pasar e hizo realidad mi deseo.
Nos sentamos, tomamos café bajo la parra y pude descubrir las otras dos paredes que desde la calle no se veían y que por supuesto completaban la magia de aquel maravilloso patio andaluz.
Muy a menudo vuelvo a visitar a María y a ese cuidado espacio que es parte de ella y de su forma de entender la vida y me siento muy bien.
Mercedes
A mí me gusta mirar por la rendija de la puerta. Observar a mi nieto cuando duerme y le doy mil vueltas mientras echa la siesta.
Me pasaba también cuando mis hijos eran pequeños y hasta de noche me levantaba para mirarlos.
Creo que es muy bonito ver dormir a un niño y contemplar su sonrisa y su semblante inocente.
Confieso que me gusta espiar por la rendija de la puerta del dormitorio.
Pepa
Estábamos reposando la comida cuando cogí un catalejo y empecé a observar. Había mucha gente bajo las sombrillas y otros tomando el sol. Los niños chapoteaban en el agua, algunos jóvenes jugaban a la pelota. Habían mayores que paseaban por la playa y otros cogían coquinas en la orilla. Otras personas nadaban y otras iban en pequeñas barquitas de plástico.
Seguí mirando la inmensidad del mar. Veía buenos yates y gente haciendo esquí náutico. Pero algo a lo lejos me llamó la atención. Había humo y no vi ningún barco grande que tuviera chimenea. Se lo comenté a uno de mis hermanos y le di el catalejo para que mirara.
Mi hermano se levantó de prisa y gritó:
- ¡Hay fuego en un barco de vela!
Todos se levantaron y miraron. ¡Era cierto! Cogieron la zodiac y la echaron al agua tomando rumbo en dirección al barco. Mientras otro llamaba a la guardia costera desde el móvil dándole la situación donde nos encontrábamos.Mucha gente desde la orilla se dio cuenta y empezó a mirar a lo lejos.Todo el mundo se percató de lo que estaba pasando y esperaban que con la zodiac llegaran a rescatar a los tripulantes del barco.
Cuando llegaron mis hermanos cogieron a la tripulación y como pudieron los metieron en la zodiac y otros se cogieron al borde de ésta.
A lo lejos se vio la patrullera que se acercaba donde estaban ellos y se vio como metían a los tripulantes en el barco.
Mis hermanos llegaron a la orilla y la gente les aplaudían por su gran hazaña. Ellos contaron que se había prendido fuego en el motor del barco y por eso se estaba quemando, al mismo tiempo que se hundía.
Mis hermanos, también sintieron miedo pues la zodiac no era muy grande y no sabían si la guardia costera u otro barco más grande llegarían en su ayuda.Lo importante fue que no hubo ninguna desgracia personal aunque el barco se quemara y se hundiera.
Siempre que voy a la playa y miro a lo lejos me acuerdo de ese día y me alegro de haber mirado por ese catalejo pues gracias a él nada malo pasó.
Chari
Cuando mi hija cumplió tres años entró en el colegio de párvulos: " El Rocio”. Estaba temiendo que llegara ese día pues siempre había estado conmigo y no había convivido con otros niños de su misma edad, sólo con su prima. Yo estaba temerosa.El primer día fue para mí de nervios y para ella de ilusión pues iba ha jugar con otros niños y a conocer cosas nuevas. Ese día solo pensaba en tener un agujerito por donde mirar y ver lo que estaba haciendo y como le iba con los otros niños en clase.Así pasaron los días y lo único que pude hacer es ir a las once, cada mañana y mirar a través de los agujeros que tenia la muralla del colegio. Observaba lo que hacía en esa hora del recreo y así estuve casi tres años y me quedaba más tranquila.
Paqui
Era el aniversario de boda de mi amiga Paqui. Nos invitó a mi novio y a mí a un almuerzo en un restaurante de lujo. Las mujeres tenían que ir con trajes largos y los hombres con traje de chaqueta.
Yo ese día trabajaba y tuve que pedir permiso para salir dos horas antes, así tendría tiempo para ir a la peluquería y arreglarme.
Salí corriendo del trabajo para la peluquería. La peluquera, me hizo un peinado muy bonito y adecuado para el traje que llevaba.
Llegué a mi casa para bañarme y mientras me bañaba, por la ventanilla del cuarto de baño, vi un lindo campo con sus flores blancas y rojas, todas parejas ¡Que bonitas! A lo lejos, una manada de caballos con sus crías de distintos colores corriendo hacia las montañas. Cuando vi ese campo tan bonito, no tenia ganas de salir del cuarto de baño. Por un momento se me olvidó que tenía que ir al almuerzo de mi amiga.
Cuando llegamos al restaurante, antes de entrar le conté a mi amiga lo que vi cuando me estaba bañando. Se quedo sorprendida y alucinada. Me dijo que cualquier día iba ir a mi casa, para bañarsey ver por la ventanilla del cuarto de baño ese campo tan bonito y la manada de caballos con sus crías.
Dejamos de hablar para tomarnos la copita que daban antes de entrar y luego pasamos al comedor.
Estaba todo muy bien organizado, primero pusieron entremeses y luego el menú, estaba todo muy bueno.
Cuando se terminó el almuerzo, nos fuimos para la sala de baile. Nos pusimos a bailar y nos dieron las doce de la noche. Ya estábamos cansadas y nos fuimos.
¡Que bien me lo pase en el aniversario de mi amiga Paqui!
Rosita
No suelo ser muy curiosa, pero reconozco que hay algo que me pierde. Me encanta mirar a través de las rendijas de las puertas que dan acceso a los patios. Tras ellas se esconde un mundo mágico.
Hace poco, paseaba por San Roque y allí estaba esa majestuosa puerta de madera entreabierta. Olvidé qué hacia allí, me fui hacia ella y me puse a curiosear a través de la pequeña abertura.
Podía ver un patio porticado tras un pequeño zaguán. Parecía un espacio tranquilo, sosegado y lleno de innumerables fragancias. Estaba tan absorta que no me di cuenta que empujaba la puerta y se abría un poco más. Su planta era cuadrangular, en el centro una fuentecilla cuyo rumor formaba parte de ese entorno armonioso que creaba el agua, las plantas y sus aromas sensuales.Todo parecía perfectamente colocado. A la derecha dos naranjos desprendían un cálido olor a azahar, tras ellos una buganvilla rosada se iba desparramando de forma delicada sobre una pared blanca. Al lado opuesto una imponente parra creaba la zona sombreada del patio, bajo la cual se hallaba una mesita con cuatro sillas de mimbre alrededor. Todo invitaba a sentarse allí, leer un buen libro y disfrutar de un sabroso café.
En las dos paredes del patio que yo podía ver, además de la buganvilla, colgaban macetas coloreadas de azul añil con geranios, azucenas, claveles, dalias y un sin fin de plantas más que yo no llegaba a reconocer.
Al cabo de no se cuánto tiempo oí la risa de una anciana que desde dentro llevaba, según me dijo, un buen rato llamándome. Cuando reaccioné María, que así se llama, me invitó a pasar e hizo realidad mi deseo.
Nos sentamos, tomamos café bajo la parra y pude descubrir las otras dos paredes que desde la calle no se veían y que por supuesto completaban la magia de aquel maravilloso patio andaluz.
Muy a menudo vuelvo a visitar a María y a ese cuidado espacio que es parte de ella y de su forma de entender la vida y me siento muy bien.
Mercedes
A mí me gusta mirar por la rendija de la puerta. Observar a mi nieto cuando duerme y le doy mil vueltas mientras echa la siesta.
Me pasaba también cuando mis hijos eran pequeños y hasta de noche me levantaba para mirarlos.
Creo que es muy bonito ver dormir a un niño y contemplar su sonrisa y su semblante inocente.
Confieso que me gusta espiar por la rendija de la puerta del dormitorio.
Pepa
El gusto por cotillear forma parte de la historia y de la naturaleza intrínseca de cualquier ser humano en mayor o menor grado; vivimos en la sociedad del chismorreo, los chismorreos se venden al mejor postor.
Intentos de cotillear a lo largo de mi vida, ¡muchos! Haciendo memoria me vienen a la mente algunos episodios, sobre todo de mi infancia y adolescencia durante los cuales y junto con mi hermana jugábamos a observar y descubrir las triviales conversaciones de los adultos.
Recuerdo emocionada esas calurosas noches estivales en nuestro pequeño dormitorio de dos camitas, cuando era casi imposible conciliar el sueño y entonces nos tirábamos al suelo y agazapadas por la oscuridad de la noche, nos deslizábamos hasta el balcón que daba a la calle. Como soldados asustados, al cobijo de la trinchera, aguzábamos vista y oído, para sin ser vistas, recoger los detalles del parloteo de nuestros vecinos que se sentaban, con sus hamaquitas, como era típico, en las puertas de sus casas en busca del fresco que no llegaba.
Así pasábamos las horas hasta que la tierna voz de papá, nos llamaba al orden y nos volvíamos a acostar.
También nos resultaba muy curioso y cuando menos temerario, escuchar a través de la puerta entreabierta del dormitorio de nuestros padres que terminaban oyendo nuestras risitas nerviosas y nos invitaban a acurrucarnos entre ellos.
He espiado loa arrumacos de mi hermana mayor con su primer noviete, he espiado a mis amigos, a mis "no amigos", he espiado y espiado y me encantaría seguir espiando, a través de los visillos, del teléfono, de mirillas, de paredes, de rendijas. Pero lo que me resultaría impresionante aunque no menos, casi imposible, es poder espiar los pensamientos e ideas de las personas que me rodean. En fin, mejor termino y lo dejo aquí porque sino vais a pensar que soy una cotilla.
Ana
No me considero nada curiosa, pero si es verdad que siempre hay algo que te llama la atención. A mí personalmente, me llama la atención los vecinos que viven en frente de mi casa.
Desde mi ventana, a veces les observo. Tienen un patio muy bonito, con muchas macetas y enredaderas, lo tienen muy bien cuidado. Es curioso pero lo utiliza como comedor.
Es un matrimonio con dos hijas que conviven con sus padres. Me encanta ver cuando llega la hora de almuerzo, como cada uno de ellos tienen su tarea, uno prepara la mesa, otro se encarga de los platos y cubiertos, hasta que no terminan de preparar todo, no se sientan en la mesa.
Los domingos casi siempre tienen visita, se unen mucha gente. A mí me gusta ver la armonía que hay entre ellos.
Sonia
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