viernes, 15 de enero de 2010

Metamorfosis...




La actividad para este fin de semana será elegir un objeto y describir los cambios o transformaciones que puede sufrir, igual que el diario del texto de Cortazar, hasta que al final, su uso sea totalmente distinto al habitual.


"Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis."



"El diario a diario", Julio Cortázar

El boli bic

Una tarde, un joven entra en una librería y le dice al tendero: “Me da un boli bic azul”. Esa misma tarde, el joven usa el bolígrafo para resumir tres temas de geografía, ya que a la mañana siguiente tenía un examen. Al ver que no le daba tiempo a estudiarse tanto río, afluente y monte, e inspirado por la repentina visión de su viejo compás, decide utilizar la punta del compás para grabar los nombres que no se le metían en la cabeza en el bolígrafo bic.
El viernes por la mañana, consigue hacer un examen perfecto con su boli bic y gracias a su boli bic. La siguiente clase, matemáticas, fue un atentico tostón y como se aburría, sacó la tinta de su boli bic y dedicó el resto de la clase a lanzar bolitas de papel a sus compañeros, usando su boli bic a modo de cerbatana. Ese mismo viernes por la noche, decidió irse de marcha para celebrar su gran examen de geografía. En el pub, pidió un mojito pero no había pajitas, así que se echó la mano al bolsillo y ¡BINGO!, el boli bic. Lo usó para remover el mojito, luego como pajita y pensó: “Anda que no, el boli bic”.

Juan Carlos

LA LATA DE LECHE

En los años cincuenta mi madre compró una lata de leche condensada. Cuando se terminó la leche y pasó el latero, mi madre se la dio para que hiciera un jarro. Con la tapa le hizo el asa y la utilicé para beber durante muchos tiempo. Pero luego el asa se partió y entonces le hice un agujero en el fondo y la convertí en una maceta y planté un geraneo.
Esta es la vida de mi lata de leche.

Lourdes

Los imperdibles



Este artilugio me parece el invento más útil que el ser humano ha ideado jamás. Nuestra relación se remonta a mi adolescencia, la mía fue una etapa gris, llena de confusión y transcurrió como una revolución interior y exterior que recorría las arterías hasta explosionar en mis sesos. La consecuencia fue una rebelión contra todo lo establecido, experimentando con todo lo que me rodeaba. En uno de esos cambios emocionales me dio por observar lo útil que eran los imperdibles en las faldas de cuadros escoceses de tablillas y el efecto fue el pendiente más original que había visto. El imperdible pasó a ser mi pendiente favorito y de ahí pasé a llenar todas las mallas de imperdibles. Los llevaba en los bolsos a modo de sujeta cascabeles. Además si se descosía un botón, también servían. Fueron años muy difíciles y los imperdibles siempre estuvieron ahí en infinidad de ocasiones y en los lugares más insospechados.

Pasaron los años, la adolescencia se distrajo en alguna esquina y aproveché para prescindir de su arbitrariedad. Sin embargo los imperdibles me acompañaron en todas las etapas de mi vida. Me siguen pareciendo unos objetos ingeniosos y de hecho si me prestáis atención siempre llevo imperdibles, a modo de dobladillo o cierre de un bolso o para colgar algún broche o simplemente para adornar.

¡Imperdible que nombre más interesante y que utilidad más variada!

Inés

Si observas a los peques cuando juegan con la plastilina, descubrirás como gracias a sus manos y a su imaginación, estos bloques de colores se metamorfosean en los más diferentes y variopintos objetos de una gran utilidad según su lógica. Una varita mágica que es capaz de realizarte una cirugía sin necesidad de pasar por quirófano, un balón, un coche, una pizza... Además basta que sus motivaciones cambien en cuestión de minutos o segundos para que esa muñeca, esa pelota se transformen de nuevo en un pegote de plastilina, un poco más sucio por el manoseo y ajetreo sufrido durante el juego... Y de nuevo en aquello que se les antoje o copien de sus amigos... un lápiz de labios, una cuchara... y así hasta que se cansen y dejen de jugar, la magia desaparezca y encima de la mesa sólo quede un vapuleado, soleado y triste trozo de plastilina ansioso de ser manipulado por unas alegres manos infantiles...

Domingo 12:30 de la mañana de un caluroso día del mes de Agosto...

Mi vecino Manolo introduce afanosamente todos los utensilios necesarios o... no para disfrutar de un agotador día de playa. Se esmera en buscar un huequecito para tanto artilugio: que si la sombrilla, la caseta, la neverita, las sillitas, la palita, el cubito de los niños, el flotador... el... la...
En fin que este afanado señor debería pasar a engrosar el famoso Guiness de los records por meter tanta cosa en tampoco espacio y... montados, ya todos ¡Toda la familia.!... la suegra, el bebé, los hermanitos del bebé, etc, etc... En el pequeño utilitario revestido de arena se disponen a recorrer todos sudorosos, el corto camino que los separa de la playa.
Tal que hormiguitas desfilan acarreando el mobiliario como si de mudanza se tratara Despus y achicharrándose los pies, todos a buscar una parcelita donde instalar el chiringuito y tras toda la faena, a untarse en cremita y a echarle valor para meterse en el agua.
Llega la hora del almuerzo, ubicados ya todos en las sillitas y las hamaquitas... y el pobre Manolo de pie y sin aposento para repantingarse y como la necesidad obliga echa mano, todo listo, de la socorrida neverita que pasó de ser en un tris tras un rudimentario electrodoméstico a una fresquita silla, eso sí, un poco dura, pero en definitiva un asiento dónde reposar sus celulíticas posaderas.
Se van todos a bañarse y la neverita vuelve a ser lo que era una neverita, hasta que llega el abuelito con la revistita que acaba de ojear, la deja en el suelo pero el tunante Levante empieza a soplar y los personajes del corazón a volar ... Se agacha, la recoge y convierte la nevera en cuestión de segundos en un desorbitado pisapapeles...
A levantar el campo y de vuelta al hogar, ya nuestra neverita recupera su quietud en el altillo que le han adjudicado ¡Ay , quién fuera neverita y sufrir una metamorfosis tras otra ! Así la vida sería más útil y divertida...

Ana

LA PIEDRA PÓMEZ

Ayer sábado, unos amigos regresaron de las Azores. Mientras me contaban las maravillas de la isla donde estuvieron, me dieron un regalo traído de allí. Una curiosa piedra pómez con una vela en el centro.Me encantó el regalo. Cuando llegué a casa, después de tocar la informe piedra, rugosa, grisácea; encendí la vela. Tenía un aroma especial y para mi asombro comenzó a cambiar su aspecto. Se estiró, se resquebrajó, mis ojos cada vez se abrían más y más y ante mí aquella piedra extraña se convirtió en una especie de farol que desprendía una lucecita increíblemente cálida. Agitados los ánimos, nerviosa, sentí un cosquilleo en la nariz y sin poder evitarlo estornudé, apagándose la lucecita. Asombrada comprobé cómo volvía la original roca a tomar su forma primitiva. Podeís imaginar que aunque me acosté no pude pegar ojo. Creo que me levanté cuatro o cinco veces. Miraba mi regalo y sin atreverme a tocarlo regresaba a la cama.
Hoy me he levantado como resacosa y allí estaba mi piedra-vela, dudando acerqué el mechero y la encendí. Sin querer mirarla, pero sin poderlo evitar comprobé que volvía a transformarse. Esta vez comenzó a revolotear por el salón una minúscula luciérnaga. Se formó un poco de corriente que provenía de la cocina y la apagó. Volviendo a ser la piedra pómez que me regalaron.
A las ocho de la tarde, he vuelto a encender la vela y de nuevo ha cambiado de forma. Se ha convertido en una maravillosa lámpara antigua, de esas que se encendían con aceite. Toda la casa se ha inundado de una luz indescriptible. Cuando más emocionada estaba se ha apagado y he podido comprobar que en el hueco de la vela ya no quedaba cera.
Puede que su magia haya terminado y ya sólo sea lo que debía ser. Una curiosa piedra pómez, con el hueco de una vela en el centro, rugosa y grisácea, pero os aseguro que jamás ningún objeto me ha proporcionado tantas sensaciones.
¡Ah el lunes, os la enseñaré en clase!. Le he puesto una vela en el centro. ¿Ocurrirá algo?.
Lo veremos juntas.

Mercedes

LA ESCOBA

Una buena señora va a un centro comercial para comprar una escoba y así poder barrer su casa. Buscaba una escoba sencilla, pero todas eran preciosas..., colores, corazones, otra de lunares, de vaquitas, de ositos, etc. No sabía cual escoger, pero al final se decidió por una que tenía unas brujitas pintadas.
Cuando llegó a su casa y mientras estaba barriendo, su hijo pequeño la llamó para que le cogiera una pelota que se le había embarcado en un árbol. Con la ayuda de la escoba pudo cogerla.
Por la tarde llegó su hermana, con su hija pequeña para saludarla, y cuando la niña vio la escoba se volvió como loca. Pensó que era la escoba de las embrujadas y que podía volar. ¡Como le gustaba esa serie! La quería para ella y se la pidió a su tía, que, por supuesto se la regaló… ¡Que contenta iba la niña con su escoba de las brujitas!
Era una noche fría, lluviosa y empezaba a nevar. El padre de la niña vio que tenía poca leña para toda la noche, vio la escoba de las brujitas y pensó:
- Tú, escobita de brujitas, a la chimenea vas a ir y calorcito nos dará para no pasar tanto frío.
Metamorfosis de la escoba, la compramos para una utilidad y podemos ver como su utilidad es múltiple.

Mª Ángeles

EL TABACO


Unos señores cultivan una planta llamada tabaco. Está crece, se recoge y se pone a secar. Una vez seca es trasladada a la fábrica para convertirla en cigarrillos y meterlos en cajetillas. De allí las mandan a los kioscos, estancos y otros establecimientos. Otros señores y señoras lo compran, se lo fuman y queda transformado en colillas que van al suelo. Pasa el barrendero, las barre y las echa al contenedor. Llega el camión de la basura, las recoge, para finalmente llevarlas al vertedero donde son descompuestas.

Pepa

EL LIBRO

Un señor toma un tren después de comprar un libro en una librería. Lo guarda en un plástico. Más tarde se le cae en un césped y se le rompen algunas hojas. Él no se da cuenta y se marcha. Una buena mujer que pasa, lo ve y lo coge. Empieza a leerlo, ella está sola en el césped. Luego se lo lleva a su casa y lo usa de posavaso que es para lo que sirve el libro después de esta metamorfosis.

Rosa

LA HARINA

Fui al super y compré un kilo de harina y algunas cosas más. Cuando llegué a casa, puse las cosas en la despensa y decidí empezar a cocinar. Preparé una salsa para la carne que espesé con un poco de harina.

Cogí la harina para enharinar unos trozos de pescado. Pensé preparar un bizcocho para la merienda que fui elaborando con la harina, azúcar, leche...

Llegó mi hija y necesitaba pegar unos recortes de papel para un trabajo que tenía que entregar. Visto que no encontraba el pegamento, le propuse coger un poco de harina y agua; mezclándolo tendría un pegamento que le sacaría de apuro.

En ese momento llamó mi vecina por si tenía harina para blanquear un poco la cara de su hijo que tenía que salir en una obra de teatro y no tenía polvos para hacerlo.

Con todo esto, podemos ver como las cosas por muy insignificantes que parezcan, sufren una metamorfosis, según la utilidad que le demos.

Charo


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